El periodista Juan Azócar prepara hace dos años una biografía de Jaime López, quien fue pareja de Bachelet y en 1975 llegó a convertirse en secretario general del PS. El dirigente se transformó en agente de la Dina y fue descubierto en Villa Grimaldi por Juan Carvajal, ex director de la Secom. Cartas y testimonios detallan la historia de una de las figuras más controvertidas del socialismo.
Jaime Eugenio López Arellano escribió un mensaje en una servilleta durante una reunión clandestina que sostuvo en la Plaza Ñuñoa, en enero de 1976. Se trataba del número uno del PS en Chile, que a los 25 años estaba frente a un ciudadano alemán vinculado a una ONG que conseguía fondos para combatir el régimen militar. El papel manuscrito de López iba dirigido a Luis Lorca, hermano menor del desaparecido diputado Carlos Lorca y entonces encargado de coordinar una red de apoyo a los socialistas en Lima.
"Estoy detenido desde Navidad. Caí preso en un contacto en Gran Avenida con San Joaquín. Nuestras últimas conversaciones han sido grabadas a través de un micrófono que llevo en el cuerpo. He debido hacer esto bajo presiones que algún día espero explicarte. No rompas el contacto conmigo. La Dina sospecharía que te avisé", decía el mensaje a Luis Lorca.
Fue una de las últimas señales de vida que dio López antes de que se perdiera su rastro para siempre, y la única prueba en que reconoció su rol de doble agente.
El ciudadano alemán guardó la servilleta 35 años. La copia del manuscrito está en manos del periodista Juan Azócar, que durante el gobierno de Michelle Bachelet lanzó un libro sobre Carlos Lorca y hace dos años prepara una biografía de López, una de las figuras más controvertidas del PS: para algunos, él es una víctima de la tortura, y para otros, es un traidor. En su investigación, Azócar recogió testimonios desconocidos de su historia personal y política, además de otras pistas que refuerzan las sospechas de algunos socialistas de viejo cuño: la posibilidad de que aún esté con vida, pese a que la Comisión Nacional de Reparación y Justicia consigna que fue detenido por la Dina y le otorgó la condición de detenido desaparecido. Aquí, algunos episodios desconocidos que revela el texto.
Camilo Escalona sostuvo una tensa conversación hace cuatro años con la dirigenta de la Agrupación de DDHH Mireya García. La mujer estaba organizando un memorial a las víctimas del PS durante el régimen militar y la respuesta del senador fue contundente. "Me señaló que el nombre de Jaime López no podía estar en el memorial por el daño que causó a muchos de nuestros compañeros".
Escalona no olvidaba la captura de alrededor de 50 militantes como resultado de la colaboración prestada por López a la Dina. Entre ellos estaba toda su generación y la de Michelle Bachelet, quien fue la pareja de López hasta antes de que se "quebrara". "Para mí fue una tragedia que borré no sólo de mi corazón, sino también de mi cabeza", dijo en 2003.
Todavía no existe certeza del momento exacto en que comenzó a colaborar con los servicios de inteligencia. Ya en los primeros meses de 1974, sin embargo, mostraba conductas que rompían con las normas de seguridad de la vida clandestina y preocupaba a algunos PS. El ex dirigente Jorge Sepúlveda lo relata en el libro. "A Jaime le gustaba mucho tomar: a las siete y ocho de la mañana ya se ponía un pichuncho, mezcla de pisco con vermut".
Ese año, la jerarquía socialista en el exterior lo consideraba un militante audaz. En abril, López llegó a La Habana como representante de la dirección clandestina del PS chileno ante un congreso del partido en La Habana y, de acuerdo a su biografía, "se plantó con aplomo ante Carlos Altamirano y discrepó completamente de su análisis sobre el fracaso de la UP".
Uno de los presentes en la cita, el militante PS Andrés García, recuerda que le llamó la atención el histrionismo del delegado y algunos comentarios fantasiosos sobre la vida de los dirigentes que permanecían en el país. "Han llegado a tal nivel de conciencia, que cada uno de sus miembros porta una pastilla de cianuro en caso de ser capturados", contó López.
Las sospechas frente a su actitud continuaron durante un viaje que realizó a la RDA en mayo de 1975, como encargado internacional del PS. Una macabra broma aún es recordada por sus amigos chilenos exiliados en Berlín. "Se tiró al suelo y comenzó a simular los espasmos que los detenidos tienen cuando son torturados en la parrilla", señala el libro. Los compañeros intentaron pasar por alto el episodio y lo agasajaron con una invitación a comer. López, sin embargo, no dejaba de hablar de su libro de cabecera, La orquesta roja. La novela de Giles Perraul narraba las hazaña de Leopold Treppert, un hábil espía que logró montar una poderosa red de espionaje en la Europa controlada por el nazismo. Con el tiempo, en el entorno de López se darían cuenta de que, en cierta forma, hablaba de sí mismo.
Corría junio de 1975 y toda la cúpula del PS que se encontraba clandestina en Chile cayó en manos de la la Dina. Varios de ellos aún permanecen desaparecidos. En el grupo estaba el ex diputado Lorca, uno de los hombres más cercanos a López y mentor político de la ex Presidenta Bachelet.
La ofensiva contra la directiva del PS en junio de 1975, que se sucedió a la ejecutada contra el MIR el año anterior, terminó con la designación de López como secretario general del partido en la clandestinidad. Pero nadie pudo comunicárselo: los socialistas que estaban en Chile habían perdido contacto con él.
Así fue como para sorpresa de varios de los exiliados en Berlín, López apareció de improviso en esa ciudad, en septiembre de ese mismo año. Algunas piezas no encajaban: el dirigente había ingresado de manera irregular a la república de Erich Honecker.
Azócar explica que "nadie entendía cómo sorteó la vigilancia de la policía de la RDA con un pasaporte falso que, según dijo, fue hecho con precarios métodos". En el documento, López figuraba como un empresario argentino. Años después, el periodista señala que, con seguridad, la identificación le fue facilitada por la Dina.
Ninguno de sus compañeros socialistas sabía a esa altura que el dirigente trabajaba en el negocio de la vida nocturna santiaguina y que solía frecuentar la boite La Sirena, como señala el libro. López participaba en la producción de eventos revisteriles, presumiblemente vinculados a los agentes de inteligencia que asistían a uno de los pocos centros que funcionaban bajo toque de queda.
Para los socialistas en Chile, López aún era su secretario general. En esa condición transgredieron normas básicas de la compartimentación en la clandestinidad, como invitarlo a sus casas, donde vivían con sus familias. A fines de 1975, en una operación fulminante, la Dina encarceló a casi toda la mesa del PS que encabezaba el dirigente y que asumió la conducción interna tras la captura de Carlos Lorca.
Casi todos los integrantes de la dirección de "los pantalones cortos" -denominación que aludía a su juventud- fue tomada prisionera en sus domicilios particulares, los cuales sólo López conocía.
No sería hasta enero de 1976 cuando los socialistas aclararon las dudas que tenían sobre Jaime López. Su biografía describe que entonces un inquietante aviso llegó al partido: "Han visto a Jaime moverse libremente en (Villa) Grimaldi". Azócar describe el episodio que tuvo lugar en el centro de reclusión y que vincula al caso a Juan Carvajal, el ex director de comunicaciones del gobierno de Bachelet. "Es Carvajal, uno de los integrantes de la directiva, quien ve a López a través de la venda. En una de las idas al baño, logra retirar el trapo sucio que le tapa los ojos y en la sala contigua ve a "Pablo", la chapa que él usaba, en condiciones totalmente distintas a la del resto de los detenidos que allí se amontonan: sin vendas y con sus característicos anteojos", consigna la investigación.
El libro también aborda la compleja personalidad de López, que para muchos fue un factor determinante en el rol de doble agente que terminó desempeñando. A través de testimonios recogidos de su época de adolescente se perfila a un joven con un afán aventurero, a quien le gustaba moverse en los extremos. Jorge Guerra, su ex compañero de curso en el Liceo Eduardo de la Barra, señala: "Daba la sensación de que buscaba provocar. Una vez, durante nuestro último año de clases, llegó totalmente ebrio, despertando, claro, toda nuestra admiración".
López destacó tempranamente como un cuadro político. La capacidad ejecutiva de este hijo de un trabajador ferroviario lo convirtió en secretario de organización de la Juventud Socialista, en 1971.
En el ejercicio de su cargo en la JS también es recordado por conductas excéntricas. El ex dirigente Enrique Sepúlveda relata que "un día podía estar resumiéndote el último debate teórico sobre marxismo y al otro mandarse un número de cabro chico (…). Una vez, yo estaba estudiando cuando de repente me puso una pistola en la nuca en son de broma".
En los meses previos al golpe, el desaparecido dirigente tuvo una fuerte presencia en los medios. Ya era reconocido por su preparación política y capacidad de oratoria. "¡Los fascistas lo pensarán dos veces antes de iniciar un paro insurreccional cuando vean en nosotros la disposición de darlo todo por la patria, la revolución y el socialismo!", improvisó en uno de sus últimos discursos, antes de sumergirse en la clandestinidad.
Han pasado 35 años desde la última vez que Jaime López dio señales de vida. En el mensaje que le envió a Luis Lorca a través de una servilleta -enero de 1976- pidió en forma explícita no hacer pública su detención. No sólo eso: reconoció que los organismos de seguridad lo estaban "usando para penetrar las redes internacionales" (del partido).
En febrero, envió otra carta, esta vez a su madre, Marta Arellano. López no dijo nada de su detención ni de su rol en la Dina y su propósito fue más bien evitar que sus parientes continuaran gestionando ante la justicia su "liberación". El dirigente estaba desaparecido desde hace meses.
"Producto de una lamentable confusión (…). Yo estoy bien y espero estarlo por largo tiempo (…).Vieja querida (…), lamento haberte traído más angustia", escribió López a su madre.
Marta Arellano asegura que desde 1976 no ha recibido noticias de su hijo. No cree que pueda estar vivo después de tanto tiempo, como sospechan muchos dirigente del PS. "Puede que Jaime haya pertenecido a la Dina y que lo hayan quebrado en la tortura, pero si estuviese con vida él habría encontrado el mecanismo para evitar que yo viviera con esta angustia todos estos años", contó al periodista.
Otros testimonios incorporados a la investigación entregan nuevas pistas que alimentan las dudas que existen sobre su muerte. El autor de su biografía recogió el relato de dos personas que narran circunstancias en que se encontraron con él cara a cara. Uno de ellos es Hernán Riffo Zambrano. Detenido en mayo de 1980, en la Quinta Comisaría de Conchalí, asegura que el desaparecido dirigente estaba entre los agentes de la CNI que lo interrogaron. Como militante del PS, Riffo identificaba perfectamente a López.
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