EL LIBRO
Encarcelado por el Gobierno Federal alemán, Erich Honecker puso sobre el papel sus reflexiones acerca de la derrota del socialismo en su país. Se trata pues del análisis y el testimonio de uno de los principales actores del drama y además uno de los pocos dirigentes de los países socialistas que no renegó ni de su acción pasada ni de sus ideales comunistas. Este texto se extrae de una obra aparecida en Berlin en 1994 bajo el título “Moabiter Notizen”.
La traducción ha sido realizada con el objetivo político de proveer un documento utilizable al lector francófono, militante o curioso de la historia europea reciente. No hay duda de que algunos de los más de diez mil firmantes de la petición para liberar a Erich Honecker estarán interesados en conocer mejor al antiguo dirigente de la RDA.
EL AUTOR
Nació en 1912 en Sarre. Formación de curtidor. Dirigente de la Juventud Comunista de Alemania (KJVD) a la llegada del nazismo. Preso político de 1935 a 1945.
Fundador en 1946 de la Juventud Libre Alemana (Freie Deutsche Jugend, FDJ) que dirige durante 10 años. Miembro del Buró Político del SED (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands, Partido Socialista Unificado de Alemania) a partir de 1958, Secretario General en 1971. Jefe de Estado de la RDA tras la muerte de Walter Ulbricht (1973), “dimite” en Octubre de 1989, se refugia en la Unión Soviética, es entregado por Yeltsin en verano de 1992 a la justicia de Kohl. El 3 de diciembre de 1992 pronuncia ante sus jueces una declaración refutando las acusaciones de complicidad en asesinato de las que es objeto y mostrando el carácter político del proceso. Liberado un mes más tarde, muere en Santiago de Chile en mayo de 1994 [donde había sido acogido por los comunistas chilenos agradecidos a la RDA por su apoyo político y material frente a Pinochet. N. del T.].
Es autor, entre otras cosas, de unas memorias (“Aus meinem Leben”), inéditas en francés. El discurso de 1992, por el contrario, ha sido publicado por el Comité Honecker de Solidarité Internationaliste.
NOTA A ESTA TRADUCCIÓN
Realizamos esta traducción con los mismos objetivos con los que se realizó la traducción francesa aunque referidos al lector en castellano. Las memorias de Erich Honecker tampoco existen en este idioma, pero sí en inglés.
Ha sido importante para muchas de las notas biográficas el “Biographisches Handbuch der SBZ/DDR” en la “Enzyklopädie der DDR. Personen, Institutionen und Strukturen in Politik, Wirtschaft, Justiz, Wissenschaft und Kultur” (Digitale Bibliothek, Band 32, DirectMedia, Berlin, 2000) editada por Gabriele Baumgartner y Dieter Hebig. También se han utilizado otras diversas fuentes.
___________________________________
Notas de la carcel
ADVERTENCIAS PRELIMINARES
Un movimiento interior me empuja a poner sobre el papel ciertas cosas que aún recuerdo bien. Deseo también poner por escrito una serie de cuestiones que me agitan profundamente y hacer conocer mis opiniones sobre algunos acontecimientos concretos. No sé lo que haré con estas notas. Quizá un día pueda acomodarlas a las exigencias de la prosa… Escribo estas líneas en Moabit, en esta prisión que todavía conozco bien. La frecuenté en la época del nazismo, al igual que muchos comunistas, socialdemócratas y otros antifascistas. Desde 1933, jugó un papel muy particular en la represión a los adversarios del imperialismo alemán. Estas líneas serán quizá publicadas un día. Están destinadas a aquellos que quieren analizar seriamente el pasado. Todo lo contrario de los pretendidos “maestros de la historia”.[1]
Estos últimos sólo tienen un objetivo: cubrir de barro el socialismo y retardar cuanto sea posible el inevitable hundimiento del capitalismo.
No haré ninguna concesión a las ideologías y la “moral” que defienden la sociedad capitalista de la explotación. Los veinte millones de parados que la economía de libre mercado ha lanzado a la calle no lo permitirían. Esta situación ¿tiene salida? El socialismo era un orden social justo. Habíamos trazado sus grandes líneas y queríamos ir más lejos. Lo hemos perdido con el hundimiento de la RDA.
Se cantan los parabienes del capitalismo. Eso se paga bien hoy en día y no es sólo cosa de los políticos burgueses y los periodistas de derecha. Pese a ello nadie puede seriamente negar que la situación se ha vuelto extraordinariamente difícil para millones de obreros y empleados, científicos y artistas, aprueben o no estos la economía de mercado. Las inquietudes existenciales son generalizadas. Esto no puede continuar así y no lo hará… Pero el capitalismo no abrirá el camino a un mundo sin paro y miseria.
Lo he expresado ya varias veces y querría repetirlo otra vez: los acontecimientos que se produjeron en la RDA desde mi dimisión me han afectado en lo más profundo. Me afectó duramente el hundimiento de la RDA. Pero al igual que muchos compañeros probados, no he perdido por ello la fe en el socialismo. Se trata de la única alternativa para una sociedad humana y justa. Desde que el capitalismo existe, los comunistas pertenecen al campo de los perseguidos en esta tierra pero no al campo de los que no tienen futuro. Lo que realizamos para hacer vivir el socialismo sobre suelo alemán no se hizo en vano. Trabajamos con los partidos cristianodemócratas y liberales del Este, de los que diversos responsables se precipitaron rápidamente hacia las nuevas carteras ministeriales tras 1989. Actuamos durante cuarenta años en difíciles condiciones. Lo que se realizó jugará un papel en el futuro. Pienso en las relaciones de producción socialistas que ofrecían a todos un trabajo, una seguridad social digna de tal nombre, alojamientos a precios asequibles, fueran o no de cemento, guarderías, escuelas infantiles, clubes de jóvenes y una vida cultural y espiritual de alto nivel.
Existirá una sociedad que ofrecerá perspectivas que valoricen la existencia de todos: obreros y campesinos, científicos, técnicos, enseñantes, artistas, mujeres, jóvenes y ancianos. El capitalismo ha llegado a sus límites. Se le califica de “economía de mercado” porque se tiene vergüenza de su verdadera naturaleza. Su desaparición sigue siendo segura pese a las derrotas que hemos sufrido y los errores e insuficiencias que habríamos podido evitar… también pese a todas las traiciones de individuos cuya duplicidad ha sobrepasado todos los límites.
El mundo se ha vuelto completamente caótico y desorientado desde que el socialismo desapareció del suelo europeo. Autoproclamándose gendarmes del mundo, los Estados Unidos actúan a su gusto e imponen, aquí y allá, el “nuevo orden mundial” a golpe de bombas y misiles. Aunque hayan surgido de la nada numerosos “teóricos” que se reclaman de un marxismo renovado, aunque se hayan esforzado en hurtar el corazón mismo de la teoría marxista o en refutarla enteramente, los hechos permanecen tozudos. Hay leyes objetivas que deciden la evolución de las sociedades humanas. El capitalismo presenta una contradicción fundamental: la que opone el carácter social del trabajo y el carácter privado de la apropiación. Esta contradicción permanece pese a la capacidad del sistema capitalista de cambiar notablemente de apariencia en el curso de su desarrollo.
Sólo cuando se supere esta contradicción, cuando ya no sea el beneficio el que dirija el mundo, se crearán para cada individuo las condiciones de una vida verdaderamente humana. Se habla mucho de la “autorrealización” de cada uno. Ello no puede consistir evidentemente en la perspectiva de una situación en la que, debido a la utilización creciente y los progresos constantes de las tecnologías punteras, sólo del 10 % al 20 % de la población tenga un trabajo. Una sociedad nueva deberá encontrar a cada uno un sitio. Teniendo en cuenta todas esas evoluciones tecnológicas, pero también otras limitaciones. Esto significa en primer lugar un trabajo para cada uno. El capitalismo es incapaz de eso, es hoy más evidente que nunca. La misma carrera por los beneficios fija los límites del sistema capitalista. Existen pues razones sociales profundas y determinantes para que se abra el camino de una sociedad alternativa. Ésta será de naturaleza socialista, sean cuales sean las especificidades de su estructura y las modalidades de su organización concreta.
Es por eso que, desde un punto de vista histórico, mi juicio no es tan pesimista como aquel, comprensible, de la mayoría de los que fueron cogidos por sorpresa por el “cambio”[2] de 1989. La cuestión social seguirá en el futuro en el centro de las controversias públicas en todos los países capitalistas. Algunos consagraron sus fuerzas a la realización de ese famoso “cambio” contrarrevolucionario. Creen aún hoy o por lo menos lo afirman, que actuaban para que las cosas fuesen mejor en la RDA.
Hoy estas personas deben enfrentarse a amargas realidades. Todos nosotros queríamos un socialismo que fuese aún mejor. Lo que se había alcanzado nunca nos bastó. Todos estos pequeños “reformadores” no lograron sino entregar el socialismo a sus enemigos porque prestaron oídos al gran “reformador”: en 6 años, éste logró desarmar al PCUS, del que era Secretario General, y llevar a la URSS a la aniquilación.
La RDA fue sacrificada en el altar de la “Casa Común Europea” por la cual Gorbachov luchaba con tanto ahínco. Fue el hecho más doloroso de mi existencia así como de la de numerosos camaradas. Estamos obligados hoy a reconocer que esto fue facilitado por nuestra actitud habitual ante Moscú, hecha ante todo de disciplina y respeto de la tradición. Ocurría lo mismo con aquellos que ya no tenían la voluntad de defender el socialismo. Y todo ello no fue finalmente posible sino porque corrientes enteras de nuestro Partido contribuyeron objetivamente a la eliminación del socialismo. Había entre ellos algunos traidores conscientes y declarados que se vanaglorian hoy de haber utilizado durante años sus contactos oficiales con la RFA para allanar el camino que llevaba a la anexión de la RDA.
LA DESAPARICION DE UN AMIGO
La desaparición de la RDA estaba incluida en el hundimiento de la comunidad de los Estados socialistas. Ésta se desarrolló en un contexto de cambios radicales de la política internacional. Ya no hay ninguna duda sobre esto desde que se actualizaron, sin duda parcialmente, los mapas en Washington, Bonn y Moscú. Primeramente, la dirección del Partido y el Estado soviéticos introdujo los conceptos de Perestroika y Glasnost que precedieron a estos cambios. Este “nuevo pensamiento” ignoraba la lucha de clases y la oposición Este-Oeste que resultaba sin embargo de contradicciones objetivas. Aún más: el adversario de ayer, que había amenazado a la Unión Soviética de muerte militar, se convirtió de pronto en amigo. Todo esto no tuvo lugar pacíficamente. Le siguió un profundo estremecimiento en todo el mundo. Sólo el esfuerzo común de fuerzas presentes en Moscú, Washington y Bonn permitió estas profundas transformaciones de la situación mundial. Esto quedó cada vez más claro con el paso del tiempo. La puesta en movimiento de estas fuerzas destruyó el equilibrio de fuerzas políticas y militares en vigor hasta entonces.
La cuestión del reemplazo de Erich Honecker por un hombre de la Perestroika como Modrow[3] no jugó en todo esto más que un papel secundario. Fue sin embargo largamente discutida en Moscú. Se sabe hoy gracias a las revelaciones de J. Kwizinski[4]. Los dirigentes políticos americanos aspiraban desde hacía años a hacer evolucionar la situación en el sentido de lo que es hoy. Utilizaron la oportunidad que se les brindaba.
Una puesta en escena bien diseñada permitió lograr el objetivo que se habían fijado, sin hacer de ello ningún misterio, los centros imperialistas norteamericanos, alemanes occidentales y de otros grandes países capitalistas: el cambio de sistema en el Este. La URSS jugó un papel central en ese proceso.
Gorbachov, Yakovlev[5] y Shevarnadze6 consideraban el informe político al XXVII Congreso del PCUS como una empresa decidida de demolición del sistema. Esto es hoy un hecho reconocido aunque ellos se negasen a reconocerlo en su momento. Desde 1987 / 88, los observadores atentos de la realidad soviética podían comprender a dónde querían llegar. Ahora que han pasado los años, está más claro que nunca que la muerte de Konstantin Chernenko[6] daba también la puntilla a la Unión Soviética. El nuevo grupo dirigente llegado a la cúspide del Estado y del partido soviético en torno a Gorbachov, Shevarnadze[7], Yakovlev y Yeltsin tenía ya su objetivo a la vista: “cambiar el sistema”. Es algo que podemos reconocer hoy con fundamento. Estaban dispuestos a sacrificar a los aliados de la Unión Soviética para ello. El hecho de que los primeros pasos en esta dirección se dieran usando el nombre de Lenin, fundador del poder de los soviets, no cambia nada. Shevarnadze escribe en sus memorias que había convenido con Gorbachov, ya en otoño de 1984, durante un paseo a la orilla del Mar Negro, que era necesario cambiar todo el sistema. La llave que abría la puerta en esta dirección se forjó durante el año 1985.
Se emprendieron cambios tanto en política interior como exterior. En este último dominio, las nuevas orientaciones se manifestaron por primera vez cuando un proyecto de circular elaborado por el aparato del Comité Central del PCUS fue abruptamente transformado por los nuevos dirigentes. Estos exigían un enfoque “más global”. Es decir que se contemplase concretamente una cooperación más estrecha con los Estados Unidos.
Gorbachov en persona me presentó esto como un paso decisivo que “rompía con la obstinación que predominaba hasta entonces en política exterior”.
Esta línea condujo directamente a la célebre declaración de Ginebra. Se recordará que en el curso de este encuentro entre Reagan y Gorbachov, las dos partes se pusieron de acuerdo para llamar a un mundo sin armas atómicas. Este objetivo tenía sin duda una gran significación política. Para alcanzarlo, se debía tener en cuenta que la URSS socialista y los EEUU imperialistas tenían en sus manos el equilibrio militar del mundo entero.
Esta declaración fue considerada como un gran éxito de Gorbachov. Pero, ¿qué fue de estas bellas intenciones? ¿Está el mundo un solo paso más cerca de este objetivo? ¿Se mueve algo en este sentido entre los americanos convertidos en gendarmes del mundo? Cuando se lee lo que Gorbachov y Shevarnadze han publicado sobre estas “entrevistas en Washington”, se llega a la conclusión de que toda la evolución que se ha producido había sido programada de antemano desde el inicio de la Perestroika. Los acuerdos aún en vigor en 1989-90 entre la URSS y sus aliados ya no jugaron ningún papel durante las negociaciones con los EEUU y la RFA. Hubo un acuerdo única y exclusivamente entre la dirección soviética y estos dos Estados imperialistas. Habiendo pasado de una política de coexistencia pacífica de Estados con diferente orden social, a una política global en la que la oposición entre sistemas sociales ya no jugaba ningún papel, la política exterior soviética llegó a aceptar hacia el último periodo, que los territorios sometidos a la OTAN se extendiesen hasta la frontera Oder-Neisse, Esto correspondía totalmente a los planes americanos. Sin embargo, hasta el otoño de 1989, la dirección soviética, cuando mantenía reuniones con la RDA, consideraba a ésta su aliado estratégico en el centro de Europa. Los acontecimientos mostraron que esta última afirmación no tenía como fin el mantenimiento de las alianzas existentes, sino solamente el fijar un precio para poder vender la RDA en condiciones interesantes. Puesto que los planes de los servicios secretos americanos, alemanes occidentales y rusos han sido revelados a plena luz del día, ya no hay ninguna duda hoy de que el presidente Bush tenía en sus manos una carta maestra para conseguir destruir la Unión Soviética: la actitud de la propia dirección soviética. Al mismo tiempo que transformaba radicalmente su política exterior, la Unión Soviética introdujo medidas destinadas a acelerar el desarrollo económico y social. Pero fue lo contrario lo que se produjo: la situación económica y social no mejoró, sino que empeoró. La autogestión de las empresas, destruyendo la planificación centralizada y poniendo fin al centralismo democrático, hizo descarrilar la economía.
Los conceptos de Perestroika y Glasnost se convirtieron para un número creciente de ciudadanos soviéticos en sinónimos de deterioro de la vida cotidiana. Las ideas enunciadas en el libro de Gorbachov “La Perestroika y la Glasnost para nosotros y para el mundo entero” tuvieron un efecto diferente del que muchos esperaban en su día. Trajeron el debilitamiento de la Unión Soviética, de los principios de funcionamiento y de disciplina en la sociedad y el Estado, y estos fenómenos no han dañado en absoluto al capitalismo: aún es difícil apreciar las consecuencias de la desaparición de la Unión Soviética en toda su amplitud. Nuevas perspectivas de expansión y maximización de beneficios se abren desde luego para los capitalistas. Para la humanidad se anuncia por el contrario un periodo de incertidumbre, de guerras, de desarrollo del paro, emigración del Este al Oeste y muchas cosas más.
¿Tuvo la Perestroika consecuencias en la Unión Soviética? Quien lo dude puede dirigirse a las actas de los debates habidos entre el CC del PCUS y los secretarios de las Repúblicas, Regiones y Distritos el 18 de julio de 1989, en la sede del Comité Central. Numerosos oradores exigieron entonces dirigirse a los comunistas y a la clase obrera para que se comprometiesen de manera decidida a proteger y defender el socialismo.
El ex ministro Rizhkov hizo saber en esa ocasión que el Partido y el Estado se encontraban en una situación extraordinariamente catastrófica. Se lanzaban tales acusaciones contra el Partido y el Estado tanto en el país como en el extranjero que estos habían perdido prácticamente toda confianza a los ojos del pueblo. Los hechos que eran previsibles entonces mostraban que las cosas se harían difícilmente controlables en un contexto donde el Partido había perdido su influencia en los hechos. Explicó que la acción de los comités y las organizaciones de base del Partido era muchas veces denigrada públicamente.
El representante del Partido Comunista de Ukrania mostró que las críticas destructivas y los ataques violentos contra el Partido se hacían cada vez más frecuentes. Otro interviniente subrayó que los años transcurridos desde Octubre de 1917 eran presentados por numerosos medios como los más terribles de la historia. A pretexto de buscar nuevas formas y métodos de trabajo se exigía muchas veces arrojar por la borda todo lo que el Partido había realizado hasta entonces. En tal situación, importaba restaurar sin demora la autoridad del Partido. Otro orador aún opinaba que la situación había llegado a ser tal que en cada dominio: economía, ideología, instituciones… todo convergía en un punto culminante de contradicciones. Las reestructuraciones aceleradas habían provocado tal hundimiento de la economía que la corriente de mítines y manifestaciones se transformaba rápidamente en una ola de huelgas. Los acontecimientos del último periodo mostraban claramente, como explicaba un representante de la organización moscovita del Partido, que muchos comités del Partido ya no controlaban la situación.
Lo cual se expresaba por el hecho de que la consigna: “todo el poder a los soviets” era reemplazada por la de: “soviets sin comunistas”. Todo esto muestra que en ese punto de la historia, la disgregación de los soviets estaba ya sumamente avanzada. La consigna de Gorbachov: “todo el poder a los soviets”, tuvo como consecuencia el apartar a los comunistas fuera de la acción gubernamental. Los documentos disponibles muestran claramente que, desde hacía varios años, el trabajo disciplinado había dejado su sitio a las manifestaciones y huelgas que tenían muchas veces por objetivo el reducir la influencia del centro y reemplazarla por la autogestión. Los lazos que existían entre las empresas fueron interrumpidos. Se hizo de pronto imposible procurarse numerosos productos indispensables para la vida cotidiana como jabón en polvo, sal… La acción de la mafia le dio un poder incontestable. Igual que plantas de crecimiento rápido, los grupos “no oficiales” que existían desde 1986 abandonaron su camuflaje y lanzaron principalmente esa consigna de “soviets sin comunistas”.
La Unión Soviética no estaba ya en disposición, en numerosos dominios, de controlar la vida en la sociedad. El terror y el miedo tomaron las calles. Cuatro años de Perestroika y de Glasnost habían causado tal hundimiento de la confianza que las calumnias hacia el Partido se abrían camino fácilmente. Lo que llaman “valores occidentales” se difundió sin ninguna cortapisa.
Esta evolución fue posible sólo porque en 1985 la dirección del Partido y del Estado había caído en manos de un grupo que, a despecho de todas las resoluciones de los Congresos del Partido hasta entonces, condujo finalmente a la Unión Soviética al caos. En primer lugar se empleó el argumento según el cual esta “izquierda” había dado la vuelta al dogmatismo que reinaba hasta entonces para acercarse lo más posible al leninismo. En realidad, su línea daba la espalda a Marx y Lenin. Esta línea chocó primero con la incomprensión y luego la resistencia del Partido y de la sociedad. Ello condujo a renovados y salvajes ataques así como a calumnias contra los cuadros probados del Partido. Los miembros del Comité Central fueron alimentados en cada sesión con desinformación. Así, cada miembro del CC recibía en cada sesión un material ad hoc destinado a convencerle de la corrupción y los abusos de poder cometidos por numerosos cuadros. Todo esto sirvió para volver complaciente al Comité Central, cesar en sus funciones a capas enteras de responsables del Partido y el Estado, liberar el camino para que se pusieran en marcha, sin encontrar resistencias, las directivas elaboradas por el “Centro reformador” de Moscú. No hay duda de que tal puesta en escena recuerda a muchos antiguos responsables del SED un escenario que conocen bien.
Los embajadores en los países socialistas recibieron la misión de informar a los secretarios generales de los partidos hermanos. Explicaron en esta ocasión que esta sesión del CC concluía en la esperanza de una verdadera renovación del Partido y el Estado soviéticos. Todo ello ocurrió en las mismas condiciones que la comunicación acerca de un decreto sobre el alcohol que se presentaba como debiendo mejorar la situación en las empresas y las familias, en particular en interés de las mujeres. Este decreto fue evocado por la Comisión Política Consultiva del Pacto de Varsovia. Fue inmediatamente derogado y considerado dañino. Pero no se comunicó sobre ello. La rápida sucesión de consignas constantemente cambiantes era chocante. Primero fue: “aceleración del desarrollo económico y social”, luego: “todos los poderes a los soviets”, que fue reemplazado por: “todos los poderes al Presidente”. Todo esto condujo finalmente al hundimiento de la URSS. La bandera de la Unión Soviética dejó de ondear sobre el Kremlin en diciembre de 1991. Fue una conclusión simbólica y brutal. Demostró también la manera en que un pueblo puede ser llevado fuera de la luz. Poco tiempo antes, sin embargo, los ciudadanos de esa gran unión se habían pronunciado por su mantenimiento. Ello muestra lo que es posible cuando se confía el destino de un pueblo a demagogos y aventureros. Al final de esta lamentable evolución, estos revelaron que siempre se habían considerado socialdemócratas, que eran defensores resueltos de la economía de mercado y que la RFA era para ellos un modelo. Sólo podemos decir a este respecto que si hubiéramos asistido a este episodio de la Perestroika en un periodo anterior, muchos ciudadanos de la RDA habrían dudado en convertirse en sus defensores.
Hubo al principio complicidad entre Gorbachov y Yeltsin, una vez que éste dejó el Partido. Hacia el final, no obstante, sus relaciones se tensaron. La posición de Yeltsin se hizo tan fuerte que pudo decidir la disolución de la URSS creando un triunvirato eslavo: Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
El Pacto de Varsovia se hundió durante el curso de estos acontecimientos, no sin haber adoptado una doctrina de defensa que preveía ya abandonar la RDA en caso de agresión de la OTAN. Pero este punto no fue conocido hasta más tarde. Fue sin embargo para la OTAN la señal de que se desarrollaban importantes cambios en Moscú y consecuentemente en el seno del Pacto de Varsovia, y que estos cambios serían beneficiosos para la realización de los objetivos del Pacto atlántico. La inclinación a un recalentamiento de las relaciones con la principal potencia imperialista y a la restauración del capitalismo en la Unión Soviética acabó con la desaparición de la comunidad de Estados socialistas. El mapa político de Europa y del mundo resultó transformado con ello. La relación de fuerzas fue tambaleada a nivel mundial. Esto quedó en evidencia con la Guerra del Golfo. La guerra civil asoló Yugoslavia. En una sola noche la política de ingerencia iniciada por Occidente desembocó en el peligro de una nueva guerra mundial. Durante el periodo “caliente” de la Guerra del Golfo, las manifestaciones pacifistas mostraron que los pueblos habían comprendido el carácter de esta guerra. En efecto, desfilaban gritando: “¡No a la guerra por petróleo!”
No cabe duda de que el mundo perdió el equilibrio de fuerzas. En este periodo lleno de graves consecuencias para el género humano, la dominación de los EEUU que es ahora clara y abierta, no habría podido realizarse sin los cambios sobrevenidos en el mapa político europeo. Lo mismo ocurre con la participación brutal del aparato militar americano en la consecución de objetivos políticos.
La disolución del Pacto de Varsovia les quitó efectivamente a los americanos un gran peso de encima en Europa. Pudieron meterse en la aventura del Golfo. Con su victoria, quieren consagrar su posición dominante en el mundo. Esta situación está preñada de peligros para los pueblos, en particular en Oriente Próximo, en África y en los Balcanes. Los discursos de victoria sostenidos tras los bárbaros bombardeos contra la población civil de Irak y las masacres de mujeres y niños desbordan expresiones conocidas: “la grandeza de los EEUU”, ahora capaces de manejar solos los destinos del mundo. No cabe duda de estas intenciones. Su acción busca obtener la dominación mundial por medios militares. Es un nuevo peligro mayor para la humanidad. Es también el resultado objetivo de la “nueva política económica” y el “nuevo pensamiento”.
El pensamiento global condujo a la URSS, gran potencia socialista, a una catástrofe global. El carácter trágico de los acontecimientos apareció totalmente claro cuando el poder de los soviets fue destruido. Estos se desarrollaron según un ritmo que no dejó ni siquiera tiempo para derogar los tratados de amistad, cooperación y asistencia mutua concluidos entre la Unión Soviética y la RDA, los cuales siguieron vigentes hasta que se firmó el Tratado 2 + 4[8].
Kohl declaró que la unificación tuvo lugar en un corto momento luminoso de la historia del mundo y no habría podido tener lugar antes ni después del mismo. Ese momento no fue producto del azar. Las condiciones se crearon muy conscientemente.
Negarse a caracterizar los hechos que se desarrollan hoy tal y como son, tendría graves consecuencias. Se trata de la lucha de clases a nivel mundial. Tal es el punto de partida necesario para analizar las causas de la derrota de la comunidad de Estados socialistas. Sin eso, sólo se puede acabar en teorías construidas en función de sus propios fines, como las que hablan del hundimiento de un modelo socialista.
Los que rechazan este punto de vista simplemente no están dispuestos o no están en situación de juzgar los acontecimientos en términos de clase. Es cierto que las manifestaciones de 1989 tuvieron gran importancia y expresaban un descontento real. Ello no me impide repetir, con la seriedad que conviene al tema, lo que ya dije en 1991. Era y sigue siendo un error creer que los cambios de 1989 se produjeron de inmediato. Todos los que tenían esta convicción deberían abandonarla sin dudarlo. Los cambios de 1989 resultaron de una radical transformación de la política mundial. Esto es lo que se puede comprender hoy todavía más claramente que en su momento. Esta transformación resultaba a su vez de las nuevas orientaciones adoptadas por Gorbachov y la dirección soviética.
Las proclamas de Gorby se disiparon. Millones de personas, en particular los habitantes de la ex Unión Soviética, van a sufrir durante mucho tiempo todavía las consecuencias de esta política. En la sociedad de competencia salvaje, que nos toca hoy en suerte, no habrá lugar para una apertura social estable. Los hechos lo muestran ya. El capitalismo, donde el hombre es un lobo para el hombre, a imagen y semejanza de la situación actual en la RFA, no representa la alternativa a un mundo socialmente justo. Por eso no me siento confortado por los acontecimientos de 1989/90, más que en el hecho de que muestran que la idea socialista no está en absoluto muerta. Muchos llaman a esto un pensamiento alejado de la realidad. Demuestran así solamente su incomprensión de los procesos históricos o su posicionamiento incorregible en el antisocialismo o el antimarxismo.
EL AÑO 1989
Prácticamente nadie pensaba, al iniciarse el año 1989, en las sorpresas y las tragedias que este año iba a traer al mundo.
Como cada año, los hombres de Estado del mundo entero intercambiaron mensajes llenos de deseos de paz y prosperidad para los pueblos. Millones de personas intercambiaron sus deseos de felicidad que unían amistosamente a emisores y receptores. Como era costumbre durante los últimos años, las copas chocaron una primera vez entre amigos a las 22 horas por el Año Nuevo soviético y luego a medianoche por el Año Nuevo alemán. Los deseos más sinceros atravesaron las fronteras del Elba al Océano Pacífico. Todos aspiraban a un futuro pacífico para el mundo socialista, del que se esperaba que conservaría una fuerte influencia sobre la evolución del mundo, pese a la Perestroika y la Glasnost. Esta influencia debía ejercerse en el sentido del socialismo y la paz.
Antes del fin de año que acababa de terminar, el Comité Central del SED se había reunido y había tratado cuestiones relativas a la coyuntura y al futuro de la RDA en un mundo lleno de amenazas pero aún pacífico. Partíamos de la necesidad de un análisis exacto de la sociedad para preparar las decisiones que se impondrían en materia de estructura de la sociedad. El XII Congreso del SED estaba convocado para 1990. Cuestiones internas e internacionales nos impulsaban a reunir esta instancia. Todo parecía hasta entonces bien soldado. Podía comenzar 1989.
El XII Congreso del SED estaba pues previsto para la primavera de 1990. Su preparación debía abrir ampliamente las puertas de una vasta discusión y de una expresión popular sobre las estructuras futuras de la sociedad socialista en la RDA. Yo subrayaba particularmente dos cuestiones en el informe del Buró Político ante el VII Pleno del CC. Primeramente: la del refuerzo de la amistad entre la RDA y la URSS y la profundización de relaciones a este efecto, cuya intensidad y diversidad eran ya sin embargo inigualables. En segundo lugar: la de nuestra contribución a la solución del problema central de nuestra época, asegurar la paz a escala mundial. Mi discurso ante el pleno había sido preparado colectivamente por el Buró Político y aprobado. Respondía a aquellos que se hacían la ilusión de meter cizaña entre el PCUS y el SED. En interés de un refuerzo de nuestras propias filas, evocaba yo la convención de apoyo mutuo concluida en el curso de un encuentro mantenido algunas semanas antes con Gorbachov; este acuerdo informal implicaba la puesta en marcha de las decisiones del XII Congreso del SED y el XVII del PCUS. Indicaba que aquellos que querían rescribir la historia del PCUS y de la Unión Soviética en un sentido que correspondiese a los intereses de la burguesía no debían desviarnos de nuestros objetivos en materia de refuerzo de nuestras relaciones con los soviéticos. Explicaba que Gorbachov había calificado la industrialización socialista, la colectivización de la agricultura y la “renovación cultural”[9] de hechos de dimensión histórica para el refuerzo del poder de los soviets.
Fue en su discurso por el 70º Aniversario de la Revolución de Octubre y no era posible que todo ello no fuera cierto de golpe.
A principios de 1989 el Buró Político adoptó importantes resoluciones relativas a este VII Pleno del Comité Central del SED. Se constituyeron comisiones a las cuales se integraron científicos y técnicos. Estas recibieron por misión elaborar propuestas para mejorar el trabajo del Partido y del Estado. Se trataba de eliminar todo lo que se oponía a la marcha hacia delante de la construcción socialista en la RDA para que el Partido cumpliese su misión de “portador de innovación” que era su razón de ser. Este trabajo estaba plenamente en marcha.
Al cabo de un trimestre, había buenos análisis y buenas propuestas. En común con sus aliados del bloque de partidos democráticos, el SED lanzó las actividades de preparación de las elecciones locales del 6 de mayo. Se trabajó en un proyecto de llamamiento del “Frente Nacional de la Alemania Democrática”[10].
En un encuentro con su Presidente, nos pusimos de acuerdo sobre el papel y el significado de las elecciones del año 1989 y el del 40 Aniversario de la existencia de la RDA. Estas elecciones debían desarrollarse enteramente bajo el signo de un amplio despliegue de la democracia socialista. La gente debía participar de manera activa en las decisiones que comprometían el futuro. Se debía también discutir abiertamente la comparación con la democracia burguesa con el ejemplo de lo que separaba la RDA y la RFA. Nuestro llamamiento para las elecciones afirmaba que la RDA no conocía el paro masivo, sino el pleno empleo. La nueva pobreza era desconocida porque el bienestar progresaba de manera continua. Podíamos prescindir de los “restaurantes del corazón”[11], al tener todos ingresos para comer correctamente. La enseñanza y la formación profesional, accesibles a todos, estaban lejos de encontrarse en crisis.
Las circunscripciones electorales fueron reducidas para permitir un foro de discusión más amplio en los debates preelectorales. Cada candidato debía no sólo ser conocido para poderse presentar, sino también gozar de la confianza de los electores de su sector de residencia o de su empresa. Se debía alcanzar el nivel de codecisión y participación necesario para la solución de muchos problemas que aparecían localmente. Por ejemplo, las cuestiones urgentes de mejora del comercio, de servicios de reparaciones, de gestión de la vivienda, tanto en lo que se refiere a las construcciones nuevas como a la mejora del habitat existente. Los problemas ligados a la resolución de esta cuestión de la vivienda venían en primer lugar.
Los electores tenían que decidir la composición de 7.800 consejos locales de representantes, los cuales eran 203.000 en total. La ley obligaba a presentar un tercio de candidatos por encima del número de escaños a adjudicar.
Muchos problemas importantes fueron planteados en las asambleas electorales y otras reuniones. El número creciente de demandas de salida legal de la RDA, las desproporciones en el desarrollo económico, los problemas de las industrias de consumo, la falta de materiales y materias primas, la incapacidad de la industria ligera de tener en cuenta las necesidades, los irritantes problemas de abastecimiento, la política de precios, la calidad de los productos, todo ello fue objeto de debates. Globalmente, la atmósfera era abierta. Quien presente las cosas de otro modo, no dice la verdad. La participación electoral fue elevada aunque a diferencia de elecciones anteriores, no hubo acciones organizadas para recordar su deber a los abstencionistas. No fueron el Gobierno ni los partidos los que organizaron las elecciones sino la Comisión Electoral Central en la que estaban representadas todas las capas de la población. Esto correspondía a las disposiciones de la ley electoral. En ningún momento el CC del SED ni las direcciones de los partidos que eran aliados suyos se inmiscuyeron en el proceso electoral. Este fue llevado a buen puerto por comisiones de distrito y municipalidades según las directivas de la Comisión Central, cuyo carácter detallado iba hasta regir la composición y las condiciones de funcionamiento de las mesas de votaciones y de su presidencia. Las elecciones se desarrollaron, el escrutinio y la proclamación de los resultados se efectuaron públicamente. Tras la centralización de los resultados por la Comisión nacional, rumores e insinuaciones sugerían sin embargo que el escrutinio había sido objeto de manipulación. Autodenominadas iniciativas ciudadanas y representantes de la Iglesia comenzaron una campaña denunciando el fraude electoral. Se oyeron otros ecos. Se desarrollaron ataques sin miramientos con los representantes de la autoridad estatal, globalmente calificados de fraudulentos. No era posible ofrecer prueba en contrario porque la ley electoral exigía que los votos fueran destruidos al cabo de cierto plazo. De todas formas, las manipulaciones ocurridas fundamentalmente en Berlín y Dresde han sido posteriormente reveladas. Las condiciones de hoy me incitan por lo tanto a plantear una serie de cuestiones políticas muy serias.
En primer lugar, ¿qué habría cambiado en el resultado final una participación electoral reducida en un 2 % o un 3 %, incluso un resultado inferior en un 10 %? Cabe preguntar entonces de qué tipo de manipulación se trata y en interés de quién. ¿Qué se quiere disimular al sugerir una supuesta obediencia “más allá de las órdenes”? ¿El hecho de que alguien se entretuvo en dar munición política a los enemigos del socialismo en la RDA?
Estas cuestiones deben ser planteadas porque el señor Schabowski se ha expresado varias veces sobre este tema[12].
No sé por instrucciones de quién actuaban los falsificadores, en todo caso no por las mías. A largo plazo, la mentira consistente en transformar una invitación a obtener el mejor resultado posible, hábito no sólo legítimo sino también práctica corriente de todas las fuerzas políticas, en una invitación a falsear los resultados, no les valdrá ni siquiera a estos herederos del Barón de Münchhausen. Esto es algo que saben muy bien en Bonn y en el aparato judicial de la RFA, a pesar de toda la agitación mediática. Sin embargo, el fin: calumniar a la RDA y mostrar que era un “Estado de no-derecho”, justifica aparentemente todos los medios.
Volvamos al año decisivo que fue 1989. Entre todo esto llegamos a junio. Se reunió un Pleno del Comité Central. En el orden del día: por un lado la evaluación del trabajo de masas durante las elecciones locales y los problemas aparecidos con esa ocasión, y por otro lado el estado del plan de desarrollo económico para 1989.
Yo no participé en la preparación del informe que fue pronunciado por otro miembro del Buró Político. Me dediqué durante ese periodo a la preparación de mi viaje a la Unión Soviética, a Moscú y Magnitogorsk. Recuerdo esto porque algunos de mis antiguos colegas dejan caer en sus declaraciones que todo giraba en torno a mí y que ellos no tenían ninguna influencia sobre la elaboración colectiva de nuestra política.
Cuando volví de la Unión Soviética, oí decir que el Pleno había encontrado poco eco y que el Partido y la opinión esperaban más. El Comité Central no habría respondido suficientemente a las cuestiones que aparecían cada vez más en primer plano. Se trataba de problemas que ya habíamos tratado en el VII Pleno, por ejemplo las demandas de viaje al Oeste, la necesidad de asegurar la continuidad de la producción y los fenómenos de ruptura que aparecían regularmente en el abastecimiento. A este propósito, se demostró mediante controles que los stocks eran suficientes, por ejemplo en lo referido a la carne, y que no había motivos para no abastecer a los almacenes, si no era por una voluntad de sabotaje que existía claramente en el comercio al por mayor.
Todos estos problemas eran conocidos, pero no pudimos resolverlos todo lo rápidamente que hubiera sido necesario. Hoy ya no es posible establecer lo que era intencionado y lo que resultaba de dificultades objetivas. Además ya no tiene sentido filosofar sobre ello. El capitalismo nos ha traído ahora muy otras preocupaciones. Preocupaciones sobre lo que será el futuro de todos e inquietudes sobre las condiciones de la propia existencia.
Viajé pues a la Unión Soviética a mediados de Junio de 1989. Al día siguiente de mi llegada al Kremlin me encontré primero con Gorbachov y luego Shevarnadze se unió a nosotros. Gorbachov subrayó de nuevo la importancia de la alianza estratégica que unía a la Unión Soviética y la RDA.
Yo compartía plenamente este punto de vista. Esta vez [Gorbachov] tampoco encontró la ocasión de hablar los problemas que eran objeto de negociación en Bonn y en el curso de la cual, como se sabe ahora, las dos partes habían ya adoptado un punto de vista común sobre la evolución ulterior de las cosas. Puede que Gorbachov ya se hubiera hecho socialdemócrata en ese momento, puesto que después se reclamó públicamente de esa ideología. El resto de mi viaje se consagró a una visita al combinado siderúrgico de Magnitogorsk, a la recepción fraternal que me hizo el personal, a encuentros con la juventud y veteranos con algunos de los cuales había trabajado yo en 1930-31. Estaba acompañado por Vorotnikov, presidente del Soviet Supremo de la RSFSR (República Socialista Federativa Soviética de Rusia).
Lo que me chocó durante ese viaje fue el hecho de que nadie hablaba de Gorbachov, de la Perestroika ni de le Glasnost, sino que se hablaba mucho de las penurias de abastecimiento. Permanecí poco tiempo en Berlin después de mi regreso de la Unión Soviética. Volví a coger el avión con la delegación que debía participar en la Comisión de Concertación Política (del Pacto de Varsovia), una de cuyas sesiones tenía lugar en Bucarest. Conforme al orden del día, tomé la palabra el primer día y traté problemas internacionales. No pude participar en los trabajos del segundo día. Un cólico biliar desbarató todas mis previsiones. Me llevaron de vuelta en avión para ser hospitalizado en Berlin.
Resulta pues que no participé en el trabajo del Buró Político desde principios de Julio hasta el primero de Octubre de 1989. Este periodo fue uno de conmoción del ambiente político en detrimento del Partido y el Gobierno en la RDA. El “Picnic europeo” organizado por Otto de Habsburgo13 fue un signo visible de esto. Los invitados podían aprovecharlo para llegar a la República Federal Alemana pasando por la frontera entre Hungría y Austria. Utilizaron ampliamente esta oportunidad. Tales prácticas fueron naturalmente favorecidas por el gobierno alemán occidental y diferentes medios en Hungría y Austria. Ciudadanos de la RDA se reagruparon de manera organizada en las embajadas de la RFA en Budapest, Praga y Varsovia. Finalmente, contrariamente a todas las disposiciones en vigor en el marco del Pacto de Varsovia, la frontera húngara fue abierta con el objetivo de dañar a la RDA, de la que tres millones de turistas se encontraban en esa época del año en Checoslovaquia, Hungría y Bulgaria. Se supo más tarde que Hungría había recibido por esto un cheque de 500 millones de marcos procedente de Bonn. La evacuación de la embajada en Praga que había sido exigida por la RDA se transformó por Genscher[14] en una manifestación nacionalista.
En el mismo periodo aparecieron en la RDA grupos de influencia que presionaban en el sentido de una “ruptura” a favor de la política de Gorbachov. El Deutsches Theater era uno de sus bastiones, apoyado por el Ministerio de Cultura, del que algunos responsables tomaron la palabra en Potsdam contra el Gobierno. Los representantes de la Iglesia se libraban a una agitación creciente. Monseñor Leich, su más alto dignatario, expresaba abiertamente ya su deseo de ver la Perestroika y la Glasnost hacerse realidad en la RDA. El Partido y el Gobierno no tomaron posición ni tomaron ninguna medida contra esta agitación. Este periodo fue calificado por ello de “periodo de mutismo”.
Sin embargo el Buró Político había discutido en Septiembre la situación en el país. Pero fue sólo para decidir esperar mi regreso antes de tomar la menor decisión. Se quedó para el 10 de octubre, es decir, ya después de la celebración del 40º Aniversario de la RDA. A finales de septiembre, principios de octubre, pude retomar mis actividades en el seno del Buró Político. Éste estudió y aprobó mi discurso solemne al que fueron hechas diversas enmiendas. Nadie propuso sin embargo, transformar fundamentalmente su contenido. Después de que la dirección de la FDJ hubiera transformado el desfile del 40º Aniversario en una superfiesta dedicada a Gorbachov, se produjeron incidentes y choques en las proximidades del Palacio de la República donde tenía lugar la recepción oficial. Alguna gente intentaba copar los puestos de seguridad dispuestos alrededor del Palacio para empañar la ceremonia. Se trataba, como se supo luego, de saludar a Gorbachov, que más tarde fue hecho ciudadano de honor de Berlin. Yo había pedido vanamente a finales de septiembre a las autoridades competentes que restringieran una vasta zona alrededor del edificio. Ello habría permitido proteger eficazmente las celebraciones oficiales y a los jefes de Estado huéspedes de la RDA.
Tal era el contexto en el que se preparaba la sesión del B.P. prevista para los días 10 y 11 de octubre. Me encontré con Egon Krenz[15] la víspera. Sacó de su cartera una propuesta de resolución que quería hacer adoptar al día siguiente por el Buró Político. Me dio al mismo tiempo un documento procedente de la dirección de la FDJ y elaborado por el Instituto de Investigaciones sobre la Juventud. Se trataba, en aras de una supuesta “renovación” de la RDA, de reemplazar a los responsables del país, desde la administración central hasta los concejos rurales, por cuadros de la FDJ.
Llamé la atención de Egon Krenz sobre lo inoportuno de su proyecto. Éste no podía ser elaborado más que a la salida de la reunión del Buró Político a fin de poder tener en cuenta todos los puntos de vista que los camaradas expresasen en la reunión. Yo por mi parte me oponía a este proyecto porque hacía referencia a un “giro” en la actividad del Partido y el Estado. Su contenido ponía en cuestión ya el aparato del Estado socialista. Pero, visiblemente, había sido elaborado en común con un grupo determinado de miembros del Buró Político, así como con ciertas personas en Moscú.
Todos, en la reunión del día siguiente, consideraron la situación como seria. Se imponía una declaración del Buró Político. Defendí mi punto de vista: el texto debía llamar claramente al Partido y a la población a movilizarse y defender el poder obrero y campesino. Yo estaba contra toda alusión a un “giro” que no podía sino desembocar en la exacerbación de los sentimientos en el Partido y entre las masas populares. Lo hice saber sin ambigüedad.
El Buró Político estaba ciertamente dispuesto a admitir algunas transformaciones de redacción al proyecto de Egon Krenz. Pero no estaba en absoluto dispuesto a seguirme y a afirmar que toda línea política que pusiera el acento en los “cambios” sería nociva. El estado de ánimo general había evolucionado. Mis “colegas” preveían ya liberarme de mis responsabilidades. Eso estaba claro.
Es Willy Stoph quien, en la sesión siguiente, planteó una moción en este sentido. Pero, en tales condiciones, yo estaba de todas maneras dispuesto a dimitir. Así lo hice saber en el curso de la discusión.
Todo esto había funcionado como un mecanismo de relojería preciso, ya que cada paso adelante en esta dirección había sido previsto de acuerdo con Gorbachov, tal como fue revelado ulteriormente. Mi enfermedad de principios de Julio había dado ya ocasión a la prensa occidental de presentar a la RDA como un Estado desprovisto de dirección política.
La propuesta de operar un “giro” a favor de la política gorbachoviana llegó en un contexto donde el descontento de las masas populares y la indecisión de la dirección política fueron fatales para la RDA. El proyecto de “giro” había sido acordado entre Gorbachov, Krenz, Modrow, Harry Tisch[16] y Markus Wolf[17]. Esta idea era tan errónea como la propia Glasnost y la Perestroika. La “renovación” de la RDA condujo directamente a la anexión (“Anschluss”[18]) de ésta a la RFA capitalista. Mientras Hans Modrow, futurible primer ministro de la RDA, soñaba con una RDA mejor, el propio Gorbachov declaraba ya abiertamente que la unidad de Alemania era asunto de los alemanes.
La declaración que hizo conocer públicamente el “giro” fue en la práctica el pistoletazo de salida de todas las etapas que siguieron: abandono del papel dirigente del Partido, dimisión colectiva del Buró Político y del Comité Central, así como del Gobierno de la RDA en pleno; directiva decretando el reemplazo sistemático de todos los secretarios de distrito y subdistrito del Partido; disolución de los órganos del Estado; autodisolución de los Grupos de Combate de la Clase Obrera (“Kampfgruppen der Arbeiterklasse”, KG) y muchas otras cosas más.
La nueva dirección del SED-PDS se embarcó en una campaña de calumnias desmesuradas contra los principales elementos de la anterior dirección. Los mass media le hicieron el juego. Fueron incitados a ello por Günther Schabowski, antiguo miembro del B.P.
Un mitin organizado el 4 de noviembre en la Alexanderplatz por un grupo de gentes de la cultura que se beneficiaban del apoyo de la dirección berlinesa del Partido llegó al punto culminante de todo esto. Entre otros oradores, Markus Wolf, que había sido durante largos años adjunto del Ministro de la Seguridad del Estado, declaró ante el auditorio que se podía encerrar sin muchos escrúpulos a toda la vieja guardia, lo que ocurrió efectivamente cuando se presentó una petición con este fin al Fiscal General por parte de Modrow y Krenz. Ninguna sutileza lingüística puede hacer olvidar que los primeros arrestos, es decir el inicio del proceso de criminalización de los responsables del SED, tuvieron lugar durante el periodo en que ellos estaban en funciones. Hoy, quien quiera puede tener con estos individuos las relaciones que desee […posiblemente falta texto… N. del T.]. Las cosas alcanzaron un paroxismo tal que a finales de enero fui internado provisionalmente en la clínica de la Charité y ello después de la grave operación de un tumor en el riñón. Pese a los furiosos esfuerzos del Ministerio Público, el tribunal de Berlin rechazó ordenar a la Policía que me llevase ante él. Cuando se analiza hoy este proceso y se tiene en cuenta todo lo que se hizo público posteriormente, aparece claramente que sólo la actividad conspirativa de diversos miembros del Buró Político, de colaboradores del aparato del Comité Central y de numerosos dirigentes del Ministerio para la Seguridad del Estado, permitió la decapitación de la dirección del SED y de la RDA. La presión determinante para la capitulación del Buró Político vino de Moscú en el momento del “giro”. Anotemos entre paréntesis que los camaradas Hermann Axen, Heinz Kessler, Willy Stoph[19], Günther Kleiber[20] y Erich Mielke permanecieron fieles a su pasado durante su interrogatorio por el fiscal de la RDA. La confianza indestructible de los miembros del aparato del Estado y del Partido hacia la Unión Soviética había sido pues desviada de sus finalidades para servir a la capitulación. Con Hans Modrow a la cabeza del Gobierno y Gregor Gysi[21] en la dirección del PDS, se instalaba un grupo dirigente en el que Gysi y Markus Wolf jugaron un papel motor.
La víspera del 10º Pleno del Comité Central, Egon Krenz me hizo saber que Gorbachov había hablado con él y que todavía tenía que pulir el contenido de su discurso. Le dije: “si lo estimas necesario, hazlo, es problema tuyo.” Sólo después de la sesión me pareció claro que el contenido exigido por Moscú conducía finalmente a que la política llevada hasta entonces fuera demonizada y con ella los responsables dirigentes del SED en la medida en que defendieran en el Buró Político posiciones que no se correspondían con las de Moscú. Se trataba de los camaradas Hermann Axen, Heinz Kessler y Günther Kleiber. El papel de Werner Krolikowski[22] es interesante en este contexto, puesto que se sabe por sus propias declaraciones que trabajaba desde hacía más de una década para el KGB y enviaba regularmente informes a Moscú. Se puede leer también en su libro que se iniciaron procesos judiciales contra los camaradas dirigentes, a iniciativa de Krenz y Gysi y con el apoyo de Markus Wolf.
El Congreso extraordinario del SED-PDS tuvo lugar a principios de diciembre de 1989. Su desarrollo fue orquestado por Markus Wolf que era miembro de la comisión preparatoria. Los miembros salientes del Comité Central y del Buró Político no pudieron tomar la palabra.
Ello demostró que la dimisión colectiva del Buró Político había sido un error. La RDA se encontró sin dirección. La constitución del PDS desembocó en un partido que no sólo no dirigía, sino que además rehusaba dar orientaciones. Debo decir con la perspectiva del tiempo que, debido a la presión ejercida por Gorbachov, los miembros del Buró Político no veían ninguna otra salida que la que consistía en aprobar todos los cambios sin saber que serían a su vez obligados a retirarse y que algunos de ellos serían arrestados en condiciones difíciles. Ésa fue la experiencia más dolorosa para esos camaradas.
Cuando más tarde el PDS introdujo un párrafo sobre los “crímenes del SED” en el proyecto de resolución del Congreso, fue en medio de los encarcelamientos de miembros del Buró Político, de secretarios de distrito y de subdistrito, y de altos funcionarios del Estado. La criminalización venida de nuestras propias filas trajo amplios fenómenos de desolidarización que facilitaron las cosas cuando las fuerzas reaccionarias de la RFA comenzaron a vengarse sistemáticamente de los comunistas y otros elementos “de izquierda”.
LA CAMPAÑA DE VENGANZA
Comenzaré este capítulo con una cita que no dejará de interesar a la opinión mundial preocupada por la evolución reaccionaria en Alemania. No proviene de la pluma de uno de los numerosos führercitos[23] que se expresan abiertamente en la RFA. La he encontrado en el acta de las sesiones plenarias del primer Forum del Ministerio Federal de Justicia dirigido por Klaus Kinkel, que luego ha pasado a ocupar el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores. Y se pueden leer en ella las siguientes consideraciones: “En lo que respecta a la llamada RDA y su Gobierno, no se trataba siquiera de un Estado independiente. Esta llamada RDA nunca fue reconocida desde el punto de vista del Derecho de los Estados. Había una única Alemania, parte de la cual estaba ocupada por una banda de criminales. No era posible, por razones determinadas, iniciar procedimientos contra esos criminales, pero ello no cambia el hecho de que existía una Alemania única, que estaba en vigor un derecho único y que tenía vocación de aplicarse a los criminales.”
Tales ataques contra la RDA no pueden calificarse más que de monstruosos desde el punto de vista del Derecho Internacional. No se han extraído de un texto que se remonte a la época de la Guerra Fría en que la RFA aspiraba a reconstituir un Reich alemán en las fronteras de 1937, sino de una declaración publicada bajo la responsabilidad de un Ministro de Bonn durante el año 1991. Anotemos de paso que este Ministro nunca fue elegido por nadie en el Parlamento Federal, el Bundestag, sino designado para ese puesto por su partido “liberal” que representa los intereses directos de la patronal. El mundo entero y todos los miembros de la ONU a la que pertenecía la RDA saben que el pleno reconocimiento de la RDA como Estado soberano figuraba en numerosos acuerdos de Derecho Internacional. ¿Quizá el señor Kinkel lo ignoraba? En tanto que dirigente de los servicios secretos, debería sin embargo saberlo. Sin hablar del Tratado Fundamental entre los dos Estados alemanes, anotemos que el Tratado de Moscú disponía que la RDA gozaba como Estado de la misma entidad que la RFA. Ello significa que las fronteras entre la RFA y la RDA eran de naturaleza igual a las que separan entre sí a otros Estados. El Bundestag (parlamento alemán occidental) ratificó el Tratado de Moscú así como el Tratado Fundamental por el que los dos gobiernos alemanes reconocían mutuamente su soberanía en cuanto a los asuntos internos y su independencia en la conducción de su diplomacia respectiva. El proceso en el curso del cual se supone que debo comparecer se está preparando con desprecio de estos hechos. ¡Se recurre a la justicia de venganza! Algunos ingenuos pueden quizá reconfortarse con la idea de que ésta sólo concierne a algunas personas que han ocupado las más altas esferas del Estado. Se equivocan. El conjunto de los ciudadanos de la RDA tomará pronto conciencia del hecho de que se trata de un “proceso prototipo”. Está destinado a justificar otros que afectarán a todos aquellos que hayan participado en la edificación del socialismo en la RDA aplicando las leyes de nuestro Estado. La cita que he hecho al inicio de este capítulo revela orientaciones precisas. Éstas crean un ángulo de ataque para operaciones de persecución en masa. Si a la cabeza de la RDA había individuos que planearon asesinatos, ese Estado era ilícito e ilegítimo. Todos aquellos que hayan hecho funcionar o simplemente hayan servido a su administración son culpables. El socialismo es criminal. Ocurre lo mismo con las fuerzas de izquierda que han intentado instituirlo y con aquellos que siguen siendo partidarios suyos. Tales declaraciones de guerra no afectan sólo a los acusados. Todos aquellos que han tomado o toman partido por una alternativa a la sociedad capitalista tal como ésta existe en la RFA, pueden verse afectados. Algunos se niegan a entenderlo y se arriesgan a sufrir un despertar doloroso. La criminalización del Estado que constituía la República Democrática lleva a una verdadera muerte civil de la masa de los ciudadanos de la RDA. Aquel que haya participado en la edificación de ese “Estado de no-derecho” será “legítimamente” echado de su puesto. Obrero, campesino, profesor o artista, deberá tener en cuenta el hecho de que su expulsión de la administración, de la enseñanza, del teatro o del laboratorio, es “legal”. Se unirá al ejército de los parados, que ya cuenta con millones de miembros. Se puede hacer cualquier cosa con la tesis jurídica del “Estado de no-derecho”: organizar el desmantelamiento de todas las conquistas sociales, así como las persecuciones masivas contra la izquierda y las fuerzas democráticas. Un representante típico de la inquisición eclesiástica medieval, el pastor Gauck[24], ha recibido el poder de separar un pueblo entero en dos elementos: los “criminales” y las víctimas.
¿No tiene nada que decir la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sobre esta persecución en masa que degenera en terror de Estado? ¿Creen los Kohl y Kinkel que su campaña de opresión no suscitará, con el tiempo, ninguna resistencia? ¿Tienen ya en mente una dictadura fascista abierta? Mientras me asaltan todas estas preguntas en esta celda de Moabit, debo, mientras mis fuerzas me lo permiten, concentrarme en el desarrollo concreto del proceso. La Fiscalía de la RFA se esfuerza en su acta de acusación, por hacer que este proceso de Berlin, proceso de los comunistas, saque del tiempo y del espacio la actividad del Consejo Nacional de la Defensa de la RDA. Se trata así de mejor establecer la responsabilidad personal de los acusados: H. Kessler[25], Fritz Streletz[26], Hans Albrecht[27] y yo mismo.
Los sistemas de armamento del Pacto de Varsovia y de la OTAN estaban ampliamente desplegados en el centro de Europa. Esta acumulación masiva de fuerzas militares requería una atención permanente. Una coincidencia de casualidades desafortunadas habría podido en efecto provocar el estallido de un conflicto cuya dimensión habría podido ser la de la Tercera Guerra Mundial. Basta para convencerse, consultar los documentos oficiales de la OTAN y del Pacto de Varsovia referidos a esta cuestión.
En el curso de los últimos 35 años, el peligro de un apocalipsis nuclear planeó demasiadas veces sobre Europa. Un conflicto tal habría puesto seriamente en cuestión las posibilidades de supervivencia de la humanidad sobre la Tierra.
Una política activa de razón y de buena voluntad contribuyó, desde la RDA, a conjurar este peligro. Los ciudadanos de la RDA, e igualmente los de la RFA, deben los días que han vivido en paz a la acción de la primera en el seno de la alianza de Varsovia. ¿Cuánto durará esta paz en el futuro? He ahí una buena pregunta, ya que las fuerzas dominantes presionan ahora a la Gran Alemania a comprometer sus tropas en cualquier lugar del mundo. La dirección del SPD presta además su contribución activa a esta evolución. Puesto que Berlin juega un papel importante en la vida política alemana, me parece conforme a las exigencias de la Historia atraer la atención sobre el hecho de que Berlin Occidental se benefició, y no en pequeña medida, de la política de paz del Pacto de Varsovia. Esta ciudad ocupada por las potencias occidentales: Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos, se benefició del Tratado de Moscú entre la Unión Soviética y la RFA, de los Tratados de Praga y Varsovia, del acuerdo cuatripartito sobre Berlin firmado el 3 de septiembre de 1971 y del Tratado Fundamental entre la RFA y la RDA. Estas acciones de las cuatro grandes potencias, de los dos Estados alemanes y de las otras partes de esos tratados, fueron pasos decisivos para que Europa y el mundo evolucionasen de un periodo de confrontación a uno de cooperación. No se debe olvidar que la firma de todos esos tratados tuvo lugar estando en vigor las medidas de seguridad adoptadas en 1961[28].
El sistema de Tratados firmados en 1971 y 1972 abrió la vía al proceso de Helsinki. Leónidas Breznev[29] y Willy Brandt[30] estuvieron en su origen. En todos los países, las fuerzas de derecha se esforzaron por dificultarlo, incluso Gerald Ford, Presidente de los Estados Unidos en esa época, se encontró con una fuerte oposición, tal como me explicó durante nuestras entrevistas en Helsinki. Si recordamos hoy en día esos acontecimientos, es obligado convenir que la crisis de Berlin fue detenida por la decisión adoptada por el Pacto de Varsovia el 5 de agosto de 1961[31]. Sin esta solución, el clima no habría mejorado en Europa, sino al contrario. Una mancha de aceite de extensión incontrolable podía inflamarse en cualquier momento en la frontera entre los dos Estados alemanes o entre la RFA y Berlin Occidental. La decisión tomada por el Pacto de Varsovia de asegurar un control fiable en la frontera entre la RDA y Berlin Occidental fue una decisión que condujo a una reevaluación de los problemas de la política mundial.
El sistema europeo de tratados fue la expresión de esta evolución. Ilustra el hecho de que sólo la cooperación de Estados con sistemas sociales diferentes podía garantizar la paz. El periodo que precedió a las medidas tomadas en agosto de 1961 estuvo marcado por un nivel importante de confrontación entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. De 1958 a 1961, el jefe del Gobierno soviético se esforzó en realizar su propuesta de un Tratado de Paz con Alemania, y luego, cuando la puesta en marcha de ese proyecto se demostró imposible, pensó, todavía en el curso del año 1961, la transformación de Berlin Occidental en ciudad libre. Todo ello provocó, debido a las reacciones negativas de las potencias occidentales, un gran nerviosismo, no sólo en los gabinetes ministeriales y las cancillerías, sino también en los estados mayores. Hubo un encuentro entre Jruschov y Kennedy en Viena. No dio ningún resultado y todo pareció estar entonces en el filo de la navaja.
El mundo se dirigía así hacia las decisiones que se tomaron el 5 de agosto de 1961 por las instancias del Pacto de Varsovia reunidas en sesión en el Kremlin. Andrei Gromyko, ministro soviético de Asuntos Extranjeros durante mucho tiempo, enunció las razones por las que las potencias occidentales no se mostraron dispuestas a resolver la cuestión alemana en concertación con la Unión Soviética. Para Adenauer, mantener el poder en la RFA era visiblemente más importante que una Alemania reunificada. En estas condiciones, la dirección soviética consideró que era necesario garantizar de una manera fiable la frontera entre la RDA y Berlin Occidental. Se trataba de proteger la comunidad de Estados socialistas contra daños mayores.
Esto en un contexto en que las potencias occidentales respondían a las propuestas de paz de la Unión Soviética con un relanzamiento de la carrera de armamentos. Andrei Gromyko recuerda que los acontecimientos ocurridos en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961 correspondían a las propuestas hechas por la Unión Soviética así como a las decisiones tomadas el 5 de agosto. Estas fueron ejecutadas bajo las órdenes del mariscal soviético Koniev. Desde septiembre de 1961, éste pidió además a Heinz Hoffmann, ministro de Defensa de la RDA, que se instalasen campos de minas suplementarios destinados a garantizar la frontera occidental contra toda intención agresiva procedente del Oeste.
Todo esto se puso en marcha conforme al Tratado de alianza entre la Unión Soviética y la RDA, aplicable hasta 2005, así como con los planes operacionales elaborados por el Comando Supremo de las fuerzas del Pacto de Varsovia. Las directivas relativas al reparto de Alemania en cuatro zonas se derivaron de los resultados de la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo se aplica al traspaso a las autoridades polacas de las regiones al Este del Oder y el Neisse, y a las cuestiones relativas a las fronteras entre la RDA y la RFA así como entre la RDA y Berlin Occidental. Todo esto constituía la “responsabilidad sobre Alemania en su conjunto” ejercida por la Unión Soviética en común con las otras potencias vencedoras. Aprovecho para hacerlo saber aquí claramente: en este marco, la RDA cumplió las obligaciones que le correspondían con su aliado, exactamente como lo hacía la RFA con la OTAN.
KOHL Y LAS RELACIONES CON BONN
La retirada de Helmut Schmidt y la elección de Kohl al puesto de Canciller federal crearon una situación nueva en las relaciones interalemanas. El partido que él dirigía, la CDU, había efectivamente intentado obstaculizar todos los pasos hacia delante en el lento proceso de normalización de relaciones entre la RFA y la RDA…
Pienso en Willy Brandt, Helmut Schmidt, Herbert Wehner y Egon Bahr. Ellos rompieron el hielo y comenzaron a crear las condiciones para la firma del Tratado Fundamental. Este fue seguido de la entrada de la RDA y la RFA en la ONU como miembros gozando de iguales derechos. Tales evoluciones constituyeron un giro en la política europea. El contexto evolucionaba poco a poco de la confrontación a la cooperación. La confrontación no dejó sin embargo de convivir con la cooperación. La CDU de Kohl y la CSU de Strauss no dejaron de manifestar una oposición de las más violentas a la política de normalización. Por esa cuestión se produjo la dimisión de Willy Brandt. Éste debió abandonar su puesto tras el caso Guillaume[32], un error de los servicios secretos de la RDA que nada puede excusar. Sólo la Conferencia de Helsinki abrió el camino a la cooperación con el Gobierno de la RFA gracias a mi encuentro con Helmut Schmidt. Vino después la visita de este último a la RDA. La cual desembocó en resultados positivos, aunque su final estuvo empañado por la repentina proclamación del estado de sitio en Polonia[33] por W. Jaruzelski[34].
Algún tiempo más tarde, cuando parecían abrirse perspectivas para las relaciones interalemanas, Helmut Schmidt debió abandonar bruscamente su puesto de Canciller tras la ruptura de la coalición social-liberal en Bonn. Helmut Schmidt me telefoneó para informarme de sus intenciones. Le expresé mi pesar por esta inminente retirada y mi agradecimiento por la calidad de la cooperación realizada con él. Y llegamos al Canciller Kohl. Ninguno de nosotros sabía qué aspecto tomaría el futuro de las relaciones entre la RFA y la RDA… Se trataba del hombre que dirigía la oposición en el Bundestag desde hacía años. Había tomado posición sistemáticamente contra toda mejora de las relaciones con la RDA. En adelante, sería Canciller. Su declaración de política general arrojó no obstante cierta luz al pronunciarse por la prosecución de la aplicación de los Tratados de la Ost-politik. Las relaciones interalemanas podían continuar y desarrollarse. Se trataba de una cuestión importante en esa época para
reducir el nivel de confrontación y valorizar la cooperación entre Estados con sistemas sociales diferentes.
Nuestro objetivo principal era establecer relaciones normales entre los dos Estados alemanes: el socialista y el capitalista. Ello iba en interés de la paz y de los ciudadanos de los dos Estados.
Utilizado por última vez por Helmut Schmidt, sonó el teléfono un día en mi casa. Me preguntó si, y cuándo, estaría yo dispuesto a hablar con el Canciller Kohl. Naturalmente, yo estaba listo. Esta conversación telefónica trató sobre la prosecución de las relaciones entre la RFA y la RDA tras el cambio de Gobierno en Bonn. Intercambiamos propuestas sobre futuros encuentros entre nosotros. Todo lo que se discutió en esta ocasión figura en las correspondientes actas[35].
Nuestro encuentro se hizo posible por una triste ocasión: el funeral de Chernenko[36].
Tuvo lugar el 12 de marzo de 1985 en una casa de recepciones del Gobierno soviético en los Montes Lenin de Moscú. En una atmósfera abierta, tomamos disposiciones de principio para el futuro de nuestras relaciones. El Canciller se esforzaba visiblemente en crear un buen ambiente para la visita que yo proyectaba hacer a Bonn.
Ésta tuvo lugar en 1987. En Moscú se habían tratado problemas del mantenimiento de la paz sobre la base de la existencia de dos Estados alemanes soberanos y en el respecto de su independencia y de la inviolabilidad de sus territorios. Fue elaborada una declaración final por Teltschik y Hermann, respectivamente colaborador de Kohl para los asuntos extranjeros, y secretario de Estado de la RDA. Expresamos firmemente nuestra voluntad de que sólo la paz saliese en el futuro de suelo alemán[37].
En los intervalos entre sesiones de trabajo, tuve la ocasión de discutir con Kohl sobre la resistencia a Hitler en Alemania, de la acción de Hans y Sophie Scholl[38], y de otras cosas. Convinimos un plazo para un asunto importante: mi visita oficial a la RFA. Era de entrada una cuestión de conveniencia. Se trataba de devolver la visita efectuada a la RDA por Helmut Schmidt. Por supuesto, era además necesario mejorar todo lo posible las relaciones entre la RFA y la RDA. Ya sabemos que nuestro encuentro de Moscú había permitido mejorar las posibilidades de circulación entre la RDA, de un lado, y la RFA y Berlin Occidental de otro. Más tarde mantuve encuentros con dirigentes del SPD. Los gobiernos de los dos países determinaron la fecha de mi visita oficial.
Debo revelar lo que sigue a este respecto: mi visita a la RFA debió tener lugar ya en 1981. La idea había sido discutida con las direcciones de la CDU y el SPD. Entonces apareció en “Pravda” un violento artículo titulado: “Por un camino equivocado”. Se trataba del proyecto de visita. No dudé en llamar a Chernenko por teléfono. Estaba de vacaciones y convinimos una cita en Moscú. Participaron en este encuentro los camaradas Hermann Axen[39], Kurt Hager[40] y Erich Mielke[41] por la RDA, Chernenko, Gorbachov, Ustinov, Shebrikov, Rusakov y Grichenko representaban a la dirección soviética.
Expresé claramente mi punto de vista: ese artículo era calumnioso para la RDA. Todos los presentes se expresaron. Gorbachov concluyó por la parte soviética. Explicó largamente por qué esa visita no debía tener lugar. Respondí que no podíamos decidir sobre eso inmediatamente. Esa decisión se tomaría en Berlin. Los resultados de este encuentro son sin embargo conocidos: la visita a la RFA se atrasó tres años.
Fui recibido amistosamente en Bonn en septiembre de 1987. Por primera vez se oyó allí el himno nacional de la RDA. Se rindió el conveniente homenaje a su bandera. Al contrario del contenido de nuestras entrevistas privadas que se habían desarrollado en un espíritu constructivo, los discursos públicos de Kohl estuvieron trufados de conceptos agresivos. Es sabido que respondí a esto en una recepción oficial introduciendo en mi discurso el pasaje siguiente: “el socialismo y el capitalismo son tan poco susceptibles de mezclarse como el agua y el fuego”. No obstante, con la perspectiva del tiempo, debo decir que las negociaciones se desarrollaron con una voluntad cierta de obtener resultados concretos. Fueron positivamente comentadas por los medios en la RDA. Pero el contenido de las discusiones probó que los discursos pronunciados en Moscú sobre la división de Alemania en dos Estados habían encontrado cierto eco[42].
El Canciller Kohl efectuó, y esto es una anécdota, una visita oficiosa a la RDA, de Weimar a Dresde, en 1988. Los medios se abstuvieron de hacerlo saber.
A PROPÓSITO DE LA COEXISTENCIA PACÍFICA
Actualmente se invierte mucho tiempo en intentar demostrar que la política de coexistencia pacífica de Estados con diferentes sistemas sociales causó la muerte de la URSS y el fin del Pacto de Varsovia. Este punto de vista no es sostenible, por supuesto. No había alternativa a la política de coexistencia pacífica, y esto, ya desde la Revolución de octubre. Ciertamente el propio término no se utilizó sino más tarde en la vida política y científica. Es conocido que la India introdujo esta expresión en el vocabulario diplomático al formular los “cinco puntos de la coexistencia pacífica”, que fueron adoptados en la Conferencia de Bandung (1955). Pero ya antes, inmediatamente después de la Revolución de octubre, los bolcheviques se encontraron ante la cuestión de la “cohabitación” de Estados socialistas y capitalistas, y de su futuro. Lenin tenía grandes dudas sobre la capacidad de la Unión Soviética de resistir y sobre el futuro del socialismo en caso de derrota de la revolución en Alemania. Hizo sin embargo una serie de propuestas para garantizar la seguridad del poder soviético en una situación en que los países capitalistas seguían dominando en occidente.
Se conocen las controversias que las negociaciones de Brest-Litovsk provocaron en el Comité Central del Partido ruso. Sabemos que Lenin se pronunció por la firma inmediata de un tratado de paz en interés de la consolidación del poder de los soviets. Trotski, que dirigía las negociaciones, proponía por el contrario interrumpirlas mientras el Gobierno imperial alemán mantuviese su actitud expansionista. El Comité Central apoyó a Trotski. Ello condujo a la pérdida de vastos territorios.
Las tropas de Guillermo II se apoderaron de grandes sectores de Ucrania y el Cáucaso[43]. Esto no terminó hasta que Lenin amenazó con dimitir del CC si no se retomaban inmediatamente las negociaciones para llegar a un tratado de paz con Alemania. Ciertamente Lenin no tenía como punto de vista el que la coexistencia de países son órdenes sociales diferentes transcurriría sin problemas. Defendía sin embargo, hasta su muerte en 1924, una posición sin ambigüedad: la coexistencia pacífica es posible teniendo en cuenta las oposiciones existentes. Lo que ocurrió durante este periodo, en particular el Tratado de Rapallo[44], confirmó la justeza de este punto de vista.
Ya cuando mi viaje a Moscú y otras regiones de la Unión Soviética, en los años 30, llegué a la firme convicción de que no había nada más sagrado para la dirección del Estado y el Partido soviético que conservar la paz para proseguir la construcción del socialismo. Esta dirección rechazaba por ello exportar la revolución. Evoco esto aquí para subrayar que la política de coexistencia pacífica que luego fue popularizada por Jruschov, quien usó ampliamente la fórmula, era ya de antiguo un elemento fundamental de la política exterior soviética. Chicherin[45] y más tarde Litvinov[46] consideraron de igual manera, el uno como el otro, que la lucha por la paz y la cooperación pacífica entre Estados con sistemas sociales diferentes constituía el contenido principal de la política exterior soviética. No cabe duda de que esto fue cierto también para la política exterior soviética mientras Stalin jugó en ella un papel determinante[47].
Esta fue una de las bases de la creciente potencia la URSS en el curso de los 75 años de poder de los soviets. Es sabido que los mismos principios guiaron la política exterior de la RDA desde la creación de nuestro Estado. Simplemente no habría sido posible adoptar otros. La RDA había recibido un lugar determinado en Europa. Era el resultado de la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra.. Desde su creación, tuvo que afirmarse contra la pretensión de la RFA a representar a toda Alemania y contra las injerencias en los asuntos internos de la RDA a las que Bonn no dejaba de librarse. Lo consiguió mientras la Unión Soviética aportó su parte de peso en esta política. La RDA era fiel a sus alianzas. La aspiración de la RFA a reconstituir Alemania en sus fronteras de 1937 alimentaba el revanchismo y avivaba continuamente las brasas de la confrontación.
Cuando hoy se negocia sobre las cuestiones europeas, es en presencia de la RDA aunque ésta esté difunta. El reconocimiento internacional de la línea Oder-Neisse no habría sido posible sin la política de la RDA. Ésta negoció y ratificó el tratado de Görlitz[48] y se preocupó de garantizar el carácter pacífico de la nueva frontera con Polonia. Incluso la frontera marítima ampliada entre la RDA y Polonia, en el mar Báltico, resulta de los acuerdos aprobados entre la RDA y Polonia Popular. Polonia tendría todos los motivos para expresar su consideración de la política interior y exterior de la RDA. Para nosotros, comunistas, tampoco fue fácil aceptar que Hitler, su belicismo y su guerra de rapiña y exterminación, había provocado la pérdida de las regiones situadas al Este de la línea Oder-Neisse. Encontrábamos en esta cuestión la incomprensión de los electores entre los que se contaban cerca de 4,3 millones de “personas desplazadas” de sus regiones.
En comparación con la situación anterior a la guerra, esta zona se extendía a 100.000 km2 en detrimento de Alemania.
La alianza de la RDA con la URSS, Polonia y Checoslovaquia incorporaba a nuestro Estado al Pacto de Varsovia. Esto era de una gran significación para la paz. La RDA permaneció siempre dispuesta a cumplir sus obligaciones de Estado firmante del Tratado de Varsovia. Situada en el centro de Europa, se consideraba como un aliado estratégico para la Unión Soviética. Lo hizo todo por ser una segunda patria para las fuerzas armadas soviéticas y sus miembros.
SOBRE LA RDA
Los acontecimientos que pusieron fin a la RDA fueron particularmente trágicos. Junto a Checoslovaquia, nuestro país era el Estado socialista más desarrollado… Una alternativa creíble al sistema imperialista. Los hombres y mujeres de la primera hora, los constructores del socialismo en la RDA, habían sabido hacer mucho. Sus realizaciones quedarán en la memoria del pueblo y pesarán sobre el porvenir. Son muchos los que ahora echan de menos lo que les era querido en la RDA: una total seguridad en materia social, garantizada por el carácter socialista de las relaciones de producción.
Aunque numerosos errores e insuficiencias hayan aquejado a ese socialismo, nadie está en posición ni puede atribuirse decentemente el derecho de denigrar estas realizaciones de los trabajadores. Nosotros no podíamos moldear el socialismo según deseos arbitrarios y hacer tabla rasa de la experiencia acumulada en la Unión Soviética. Ello no habría sido posible ni justificado, pues los primeros pasos que hicimos en este camino los aprendimos de los otros países que justamente construían el socialismo. Muchos trabajadores de la RDA estaban orgullosos de hablar de “su empresa”. Era un paso adelante, de un gran significado, que determinaba de manera creciente el conjunto de las condiciones de vida y que generaba al mismo tiempo una multitud de problemas. Se trataba de cuestiones cruciales como la construcción de viviendas, los convenios colectivos, las posibilidades de vacaciones abiertas a todos a precios asequibles. Se trataba de abrir la vía hacia las universidades a los hijos de los obreros y campesinos. Es toda la sociedad lo que había que reorganizar… esa sociedad que nos habían legado los capitalistas y los terratenientes, esa sociedad marcada por el fascismo y por la guerra. ¿Quién sabe si todo se hizo correctamente? No disponíamos en 1945 de los cuadros necesarios para dirigir la industria y la agricultura. Nadie sabía quién podría tomar la dirección de empresas como Buna o Zeiss. Esta cuestión no fue resulta hasta más tarde, tras un potente esfuerzo de formación y, en muchos sectores, no antes del fin de los años 50. Una cosa está clara sin embargo: los 2,3 millones de antiguos miembros del SED, al igual que los 500.000 miembros de los partidos democráticos aliados suyos, no tienen verdaderamente ninguna razón para bajar la cabeza ante sus nuevos señores.
La RDA era en 1989 un país industrial moderno dotado de una agricultura competitiva y un sistema social casi sin par en el mundo. Aunque esto deba decirse hoy en pasado, el hecho de que la RDA haya existido no puede borrarse de la historia. Ninguna campaña ideológica, cualquiera que sea su violencia, puede hacer tal cosa.
La RDA fue producto de la Segunda Guerra Mundial y de las evoluciones que se produjeron inmediatamente después. El 8 de mayo de 1945, no teníamos todavía ni la menor idea de la posibilidad de su existencia. Únicamente nos planteábamos la cuestión de saber cómo continuaríamos viviendo juntos.
La guerra acababa de terminar en las ruinas de Berlin. Cuando los Aliados vencedores se dividieron, todo se hizo aún más confuso para nosotros. Dos Estados alemanes, y no uno sólo, vieron la luz.
No se consultó al pueblo sobre esta cuestión. Nadie de nosotros había pensado antes en esta posibilidad. Los Aliados occidentales reunieron sus zonas de ocupación en una bizona, y luego una trizona.
Hubo entonces una reforma monetaria unilateral, y luego la creación de la RDA, seguida de la de la RDA. Wilhelm Pieck, Otto Grotewohl y Walter Ulbricht[49] unieron entonces sus esfuerzos a los de Otto Nutschke, Wilhelm Kuelz y Johannes Dieckmann[50].
Se trataba de hacer posible una vida mejor para la población que desde entonces habitaría la RDA: 17 millones de personas de las cuales 4,3 millones desplazadas. En esta acción, el SED fue apoyado por partidos tradicionalmente implantados entre la burguesía. La RDA fue fundada a iniciativa del bloque antifascista de partidos democráticos gracias a un movimiento de masas muy amplio “por la unidad y una paz justa”. Este Estado nació de las ruinas dejadas por la Segunda Guerra Mundial. Se convirtió en un país respetado, que mantenía relaciones en todos los continentes y participaba activamente en las actividades de la ONU.
Todo análisis de la política de la RDA, ya parta de un a priori positivo o negativo, debe tener en cuenta lo que pasaba en Europa y en el mundo. En un contexto internacional cada vez más tenso, marcado durante los años 70 por la amenaza atómica, la RDA formó parte de aquellos que tomaron la iniciativa, en Europa, de un giro en la política internacional en favor de la distensión. Decir esto no es sobrevalorar el papel de la RDA.
Ésta estuvo grandemente preocupada por el estacionamiento de misiles de alcance medio que se efectuaron a ambos lados de la frontera interalemana[51].
Tuvo que gastar para ello sumas del orden de dos mil millones de marcos. Tal como pudieron comprobar aquellos que, tras la apertura de la frontera, quisieron ir a Warendorf en busca de un “scoop”, los militares soviéticos afectados a esos misiles se beneficiaron de escuelas, de jardines de infancia, de alojamientos, además de las instalaciones que permitían implantar las técnicas operacionales.
Quisiera además subrayar un hecho importante, válido para el conjunto de estos cuarenta años. El pueblo realizó mucho con sus propias fuerzas. Pero sólo la ayuda y la existencia de la URSS permitieron todo eso. Breznev, a quien yo había visitado en un hospital de Moscú, tenía perfecta razón al decirme el 28 de julio de 1970 que: “la RDA no puede existir sin nosotros, sin la Unión Soviética, su potencia y su fuerza. Sin nosotros, no hay RDA. La existencia de la RDA corresponde a y expresa nuestros intereses y los intereses de todos los países socialistas. Es el resultado de nuestra victoria sobre la Alemania hitleriana. Alemania ya no existe, eso es así. Hay una RDA socialista y una República Federal capitalista.” Fue obligado constatar, más tarde, y esto fue doloroso para millones de hombres, de mujeres y niños, que sin la Unión Soviética, no podía ya haber RDA. Conocer la historia de la posguerra marcada por el combate común de quienes se emplearon en la puesta en marcha honesta de los acuerdos de Potsdam, saber cómo Europa se deslizó poco a poco hacia la Guerra Fría, es mostrar que la RDA no tenía nada de artificial ni de simulado. La RDA fue durante décadas una patria para el socialismo. Sobre esto, el pueblo podía tener la experiencia concreta en su vida ante los ojos del mundo entero. Hoy se ve que las fuerzas occidentales habían captado bien, varios años antes del “giro” de 1989, que la Perestroika y la Glasnost ofrecían una ocasión de liquidar la RDA. ¿Por qué este peligro no fue reconocido a tiempo, analizado en la propia RDA y conjurado con medidas adecuadas? He ahí la pregunta.
¿Cómo explicar el entusiasmo con el que importantes círculos de intelectuales tomaron posición en la RDA a favor de la Perestroika y la Glasnost, cuando la estrella de la renovación comenzaba a perder brillo en la propia Unión Soviética? Sea como sea, ahora que el resultado de este error mayúsculo aparece ya claro como la luz del día, nos corresponde sacar las enseñanzas necesarias de esta catástrofe. Entre las más importantes: el hecho de que subestimásemos el peligro nacionalista que sumergió a la RDA en 1989 y 1990; igualmente subestimamos la influencia de los medios audiovisuales (venidos de Occidente) sobre la opinión pública en un país dividido del que sólo una parte construía el socialismo. Igual ocurrió con el efecto de las disparidades económicas entre el Oeste y nosotros, así como con el papel del consumo, peligros que en último término resultaban de la fuerza de la RFA en el seno de la OTAN, de la cual era la primera potencia económica y militar en Europa. Conocíamos sin embargo todos estos peligros. Se hicieron grandes esfuerzos que reforzaron el peso global de la RDA, sobre todo en los dominios económico, político e ideológico. Pero eso fue visiblemente insuficiente. En todos los dominios nuestra política adolecía de insuficiencias. A fin de cuentas, habríamos podido y habríamos debido servir mejor a nuestra causa de lo que lo hicimos. Esto debe ser dicho teniendo en cuenta la novedad de las numerosas interrogantes que planteaba la puesta en marcha de las nuevas relaciones sociales. Algunos desafíos no se tomaron en cuenta a tiempo. Las reacciones correctas se hicieron esperar. Así fue con los problemas ligados a la explosión de las tecnologías punta en un número limitado de países capitalistas desarrollados. La estructuración de las sociedades socialistas se encontró así frenada en todos nuestros países… Sin hablar de las dificultades recurrentes que causaban frecuentemente las perturbaciones en las exportaciones y las importaciones al desarrollo de la producción en la RDA. Evocaré a este propósito la reexportación de carbón soviético desde Polonia, el hierro y el acero soviético de importación no correspondían a las normas determinadas en común, etc.…
Algunos de nuestros propios problemas económicos, además, no fueron resueltos. Las soluciones que se propusieron no fueron siempre puestas en marcha concretamente. La tasa de crecimiento pagó las consecuencias. La internacionalización de la producción, la especialización y la cooperación eran mucho menos avanzadas que en Occidente. El CAME tenía dificultad en funcionar efectivamente y no conseguía tratar las nuevas cuestiones planteadas por la revolución científico-técnica. Después de 1985, estos problemas se agravaron debido al debilitamiento de las economías socialistas. Cuando las entregas de petróleo soviético fueron reducidas de manera definitiva, tuvimos problemas para encajar el golpe. En efecto, estábamos habituados a recibir materias primas de origen soviético por un valor equivalente a dos mil millones de 28 marcos. La comisión de Estado para el Plan de la RDA me invitó en 1981[52] a dirigirme al B. P. del PCUS… Lo hice, y señalé con la mayor seriedad que la reducción unilateral de las entregas de petróleo y de cereales (respectivamente: de 19 a 17 y de 4 a 3 millones de toneladas) nos obligaba a importar grano de occidente y amenazaba a nuestra economía con un verdadero hundimiento.
Pasemos a otra cuestión: la de la ampliación de la democracia. Se planteó en el 7º Pleno en 1988. Fue un error no tomar entonces medidas para que todos participasen en la gestión directa de la sociedad, de la empresa y del barrio. Así la creación de Consejos de Empresa siguió siendo objeto de discusión igual que muchas otras propuestas…
Pero hacer hoy como si no hubiera habido democracia en el socialismo o afirmar que la democracia burguesa sería superior a la democracia socialista, no corresponde a la realidad. Puesto que hoy son palpables para todos, las realidades de la sociedad capitalista permiten constatarlo. Hay que romper el velo de ese discurso supuestamente marxista-leninista que ensalza la democracia “por encima de las clases”. No hay verdadera democracia allí donde los hombres que crean el valor no poseen los principales medios de producción. Allí donde funciona, la democracia burguesa no consiste más que en esos espacios de libertad que los trabajadores han podido arrancar al capital por sus luchas. El pueblo es amordazado allí donde el capital detenta el poder. Cualesquiera estructuras y mecanismos democráticos no cambian nada a este respecto.
Su función se detiene allí donde el beneficio y los intereses de clase están en peligro. El pueblo, al contrario, tiene la palabra en el socialismo. Su voluntad no se somete a ninguna coacción exterior. Es propietario de los medios de producción. Se ha desembarazado de las relaciones de explotación que en otros lugares parecen eternas como si resultasen de leyes naturales. ¿Significa esto que nuestras estructuras democráticas eran suficientes? No cabe duda de que no era este el caso y esto era visible en muchos sectores. Se imponían perfeccionamientos y correcciones, pero ¿cuáles? La participación de los ciudadanos en la resolución de cuestiones decisivas, su conciencia de propietarios, eran insuficientes. Nuestros principios eran los mismos para todos esos problemas, como para la mayoría de los otros: lo que estaba en construcción debía ser terminado. “Salvaguardia de la continuidad y necesaria renovación”, tal era nuestra consigna. No estuvimos nunca contra reorganizaciones fundamentales que llevasen a la adopción de nuevas orientaciones. Pero era preciso que éstas hiciesen progresar la construcción del socialismo. Basta para convencerse de esto el remitirse a numerosos documentos de nuestro Partido así como a las orientaciones oficialmente adoptadas por los órganos del Estado.
Nos oponíamos sin embargo a ese tipo de “renovación” que, puesta en marcha en la Unión Soviética, debía conducir al abandono del socialismo… experiencia dolorosa. Es además completamente falso afirmar que la RDA combatió la línea propuesta por Gorbachov desde el momento en que éste se convirtió en Secretario General del PCUS. Recordemos a los calumniadores que los documentos editados por ese partido, iniciando la reestructuración, fueron más ampliamente difundidos en la RDA que en cualquier otro país socialista. Pero aplicar mecánicamente en la RDA cambios que se derivaban de problemas coyunturales propios de la Unión Soviética en una fase determinada de su desarrollo no habría tenido ningún sentido. Tal era nuestro punto de vista en la época y hoy reconozco toda su justicia.
Las insuficiencias de nuestro trabajo ideológico pesaron mucho. Hicimos mucho, pero la vida planteaba cuestiones nuevas. La calidad de nuestra propaganda dejaba que desear. Discutimos esto abiertamente en el encuentro entre el CC del SED y los secretarios de subdistrito que tuvo lugar el 12 de febrero de 1988[53].
¿Cuáles eran los problemas decisivamente nuevos en este dominio? El adversario invertía importantes medios. Tras Helsinki se desencadenó la campaña sobre los “Derechos Humanos”, a la cual nos equivocamos en no responder. No fuimos nosotros los que reclamamos que se respetasen los derechos elementales del hombre. Envueltos en la bandera de la libertad, los imperialistas reclamaban a voz en cuello esos mismos derechos que pisotean en los países que dominan. Nuestro enfoque de este problema era demasiado débil en teoría y en la práctica. Muchas cosas eran difíciles de realizar, por otro lado, en la RDA. Pienso aquí por ejemplo en la extensión de las posibilidades de viajar.
¿Había esquematismo en el trabajo ideológico? Sí, lo había. El hecho de desfigurar la historia del socialismo hizo el trabajo ideológico más difícil entre la juventud. Aquellos que se reclamaban de un socialismo sin tacha para subrayar los fracasos y los errores, jugaron un papel de disgregación. Muchos perdieron así su fe en los ideales socialistas. Revelar las debilidades y los errores era un aspecto necesario para clarificar lo que se debía hacer mejor en el futuro y en el presente. Había que sacar las enseñanzas necesarias. Pero ¿qué es lo que intervino para desorientar a todo el mundo?
Hubo una toma de distancia radical con la historia del socialismo. Ésta se desarrolló a través de los medios pero también mediante la difusión de libros, en el curso de representaciones teatrales… El socialismo aparecía como el camino del crimen y el engaño. Precisemos a este respecto que el presidente del PDS participó más tarde en esta campaña caracterizando al SED como un partido reaccionario y al socialismo como una forma de feudalismo. Se sembró la duda, nuestros ideales fueron sacudidos.
¡Qué inmensos esfuerzos habían hecho sin embargo el KPD y luego el SED para hacer más próxima para los alemanes la obra de edificación realizada por los soviéticos y la historia del primer Estado socialista! Se puede decir que literalmente un pueblo fue reeducado y transformado de enemigo en amigo de la Unión Soviética. Las condiciones históricas y políticas hicieron que los comunistas y los antifascistas alemanes rehusaran dejar abierto cualquier espacio en el que se hubiera podido discutir sobre el papel histórico mundial de la Unión Soviética. Pero no hubo un silencio deliberado sobre el periodo de Stalin, tan doloroso en una fase determinada de la historia.
Se nos ha reprochado el haber idealizado el papel de la Unión Soviética. Es posible, pero ¿teníamos nosotros derecho a arrastrar a ese país por el lodo mientras el campo occidental desencadenaba constantemente campañas ideológicas odiosas contra él? Era para nosotros el portaestandarte del socialismo. ¿Hemos olvidado que Reagan había asimilado la Unión Soviética a un “imperio del mal” que debía ser descabezado? El SED, la mayoría del pueblo y generaciones enteras habían sido educadas en el espíritu de una indestructible confianza en la Unión Soviética. Debieron digerir, por segunda vez desde el choque de 1956, argumentos destructivos que, de 1985 a 1990, ya no venían del adversario. Todos los valores fueron nuevamente cuestionados. Fue una reevaluación general de todo el camino lleno de espinas que el socialismo había recorrido. Ni la victoria sobre el fascismo escapó a esto. No se trataba de un análisis de la historia que permitiera tener en cuenta un desarrollo general acompañado de fallos y errores. No, todo lo que hasta entonces había sido considerado como correcto fue cuestionado, incluida la Revolución de Octubre. ¿Cómo debía y podía comportarse nuestro partido ante eso? ¿Qué habría provocado una confrontación abierta con una política abiertamente tolerada en la Unión Soviética? ¿El aislamiento de la RDA? ¿Habría comprendido eso la gente? No obstante, tomamos posición a favor de las transformaciones positivas en la Unión Soviética. Saludamos el nuevo programa de política social que fue adoptado en 1985 y que debía mejorar la vida cotidiana del pueblo soviético. Sea como sea, dudábamos de que esto pudiera ser realizado al mismo tiempo que la aceleración del desarrollo socio-económico[54]. Todo lo demás que ocurría en la vida política soviética consistía para nosotros en asuntos internos cuyos desafíos nos costaba sopesar. Es cierto que vi de manera creciente los peligros que podían resultar y que resultaban efectivamente ya de análisis erróneos referidos a ciertos aspectos del imperialismo. Por eso advertí contra todo eso. Pero, visiblemente, tal como los acontecimientos demostraron ulteriormente, los miembros de nuestra dirección no estaban todos persuadidos de que de ello resultaría la disolución de la RDA. El proceso de disgregación estaba más adelantado de lo que yo mismo pensaba, inclusive en las propias filas de nuestro Partido. Sacar de esto la conclusión de que hacíamos gala de un comportamiento negativo hacia la Unión Soviética, sería contrario a la realidad de los acontecimientos que se produjeron a continuación. Se ha preguntado qué papel pudo jugar la oposición en este proceso. Se había iniciado una vasta colaboración con corrientes diversas, con una pluralidad de fuerzas en la sociedad, entre las cuales los medios próximos a la iglesia[55].
He ahí un hecho que no se puede despreciar. Esta colaboración era más profunda de lo que muchos hoy quieren hacer creer. Nuestra política de diálogo implicaba una voluntad de una amplia alianza con gentes razonables y realistas. No había sólo, digámoslo para terminar, discusiones internas, sino acciones ampliamente conocidas por la opinión pública, encuentros y conferencias, organizadas de manera compartida con las iglesias, los pacifistas y otras organizaciones. Recordemos, por ejemplo, la marcha Olof Palme, que no encontró sólo aprobación en nuestro partido. En esos medios, había gentes que tenían intenciones honestas pero que chocaron a menudo entre nosotros con juicios negativos. Se encontraron entonces empujados en la mala dirección. Evoquemos a este propósito el papel de la iglesia. La iglesia evangélica comenzó en 1985, bajo el pretexto de la Perestroika y la Glasnost, a transformar las casas de Dios en templos de la política. Su dirección obligó al obispo de Greifswald a dimitir porque había invitado al Presidente del Consejo de Estado[56] a la ceremonia de consagración de la catedral de esta ciudad.
Sin embargo la restauración de ese edificio había gozado de subvenciones públicas. Las manifestaciones de noviembre de 1989 fueron casi todas dirigidas por pastores. Tras mi dimisión, apenas quedaron unas pocas funciones oficiales que no estuvieran ocupadas por curas. Pero hubo también diferenciaciones en el comportamiento del clero y la jerarquía. Cierto número de curas se posicionaban sinceramente a favor de la RDA y la “iglesia en el socialismo”. Describir a la oposición como enteramente alineada en torno a concepciones diferentes de las nuestras sería una simplificación. Pero había enemigos del Estado socialista que querían destruir el sistema. ¿Cómo calificar de otro modo, en efecto, a aquellos que obraron finalmente por la restauración del capitalismo como sistema político y económico y que disimularon sus intenciones bajo el manto de la democracia burguesa?
Se ponga como se ponga, se trataba de una lucha por el poder, un poder que la burguesía había perdido cuarenta años antes y que pretendía recuperar. No se trataba de derrocar un “poder personal” ni de “abolir la dominación del Politburó”, sino de expropiar las empresas pertenecientes al pueblo, liquidar las cooperativas agrícolas, restituir sus dominios a los grandes propietarios nobles de tierras, y destruir la propiedad socialista. Se trataba de liquidar la RDA, sus instituciones científicas, su equipamiento sanitario y social, en suma, todo lo que estaba ligado al carácter socialista del Estado. Los capitalistas recuperaron sus empresas, fue restaurado el poder del capital. Eso es lo que estaba en juego. Nadie puede negar hoy que el escenario aplicable a todos los países socialistas fue orquestado internacionalmente y se tradujo en una contrarrevolución. Todos los partidos marxistas de esos países fueron víctimas de la misma estrategia y destruidos. Fueron sacrificados en el altar del “nuevo pensamiento”[57].
Fue un error fatal considerar que la diferencia de sistemas sociales pudiera dejar de existir por el mero efecto del “Nuevo modo de pensar”. En los primeros años, la historia del socialismo fue presentada de manera desfigurada. Veo en eso la causa de una pérdida de identificación de mucha gente con el socialismo. Más grave aún, el carácter inacabado de un orden social todavía joven históricamente no se presentaba bajo todos sus aspectos, con todas sus contradicciones. Se analizaban los fallos y errores cometidos en la construcción del socialismo de una manera que cuestionaba las conquistas y los ideales de esa sociedad alternativa al capitalismo explotador. Nuestra debilidad consistía en no haber conseguido dar vida a todos los aspectos de nuestros ideales socialistas para cada individuo. Nunca hemos negado que el socialismo se encontrase todavía en un estadio inacabado de su desarrollo. Además, ciertos límites resultantes de las condiciones objetivas obstaculizaban la realización de lo que se deseaba.
A pesar de eso el socialismo presentaba un potencial de desarrollo inagotable. Nadie ha respondido todavía a la pregunta de saber a qué podría parecerse ese “socialismo democrático” con el que nos machacaron los oídos. Cualquiera que sea la definición que se dé a este último, tomar distancias de manera decisiva con el comunismo no es tan sólo tirar un ideal por la borda, es negar las transformaciones intervenidas en las relaciones de producción. La abolición de la explotación del hombre por el hombre necesita de manera absoluta la destrucción de la propiedad privada de los medios de producción esenciales. Es la condición fundamental para una gestión altamente productiva para la sociedad y para el individuo, para la concreción de la participación y de la responsabilización de los obreros, los campesinos, los intelectuales, las mujeres y los jóvenes, en resumen, de cada ciudadano, en todos los aspectos de la vida cotidiana, para la expansión de la vida cultural, el respeto a los demás y la protección de uno mismo. Queda en pie una verdad fundamental: el socialismo existe allí donde se garantizan la paz, el derecho al trabajo, la solidaridad y los derechos esenciales del hombre. Si no es ése el caso, toda la palabrería sobre el libre desarrollo de la individualidad del hombre se revela como una pura cortina de humo.
Me plantean a menudo la siguiente pregunta: ¿se habían intercambiado experiencias entre los países socialistas sobre tales cuestiones fundamentales de la política? Mi respuesta es afirmativa: eso existía a todos los niveles y en diferentes sectores de la vida social.
Había un fructífero intercambio de experiencias y de puntos de vista conflictivos. Ello no impedía la colaboración. Se hablaba de muchas cosas pero la cuestión del pluralismo en la sociedad, que repercutía en una suma considerable de problemas, nunca se discutió a fondo. Lo mismo ocurrió desgraciadamente con muchas otras cuestiones significativas. Como he dicho, se hablaba de todo, pero, mientras que los Estados de la OTAN adoptaban resoluciones que fijaban su comportamiento común ante varias series de problemas, se adoptó entre nosotros después de 1986 un principio totalmente diferente: cada uno debía llevar su propia política. Este principio no se respetaba sin embargo a partir del momento en que los intereses de la potencia dirigente estaban en juego.
El principio era ciertamente justo. No habría debido sin embargo llevar a que otros principios, los que figuraban en los tratados de amistad, de cooperación y de apoyo mutuo, fueran violados. Es particularmente lamentable que, en el punto culminante de la crisis de 1989, la cumbre de Bucarest no haya permitido discutir abiertamente y ponerse de acuerdo sobre las medidas que debíamos adoptar en común. Varios secretarios generales exigieron que tuviese lugar un nuevo encuentro en octubre en Berlin. Éste ya no pudo tener lugar. Se plantea naturalmente la cuestión de saber si habríamos podido todavía frenar la evolución de las cosas.
LA RDA, SUS REALIZACIONES Y SU LIQUIDACIÓN
Fue literalmente a partir de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial como se edificó la nueva industria de la RDA. Pese a los múltiples desmontajes de instalaciones efectuados a título de reparaciones[58], millones de trabajadores reconstruyeron sus fábricas, a imagen de las acerías de Brandenburgo. Después, edificaron ramas industriales enteras que no existían anteriormente en el territorio de la RDA. No sólo nosotros, sino organismos internacionales, contaban a la RDA entre las diez primeras potencias industriales.
La Deutsche Reichsbahn [Ferrocarriles Alemanes] ofrecía a esta industria fuertemente desarrollada infraestructuras ferroviarias de calidad, aunque todas sus líneas fueran transformadas tras la guerra en vías únicas[59] y esta desventaja no hubiera sido enteramente compensada todavía en 1989. Sin eso, el desarrollo industrial no habría sido posible. Hasta 1958, importantes complejos químicos, centros de ingeniería, empresas de construcción del automóvil, ferroviaria y de máquina-herramienta siguieron siendo propiedad soviética. 26 sociedades soviéticas “por acciones” reunían las principales empresas que trabajaban por cuenta de la Unión Soviética, muy debilitada económicamente por la guerra. La sociedad Wismut tenía el mismo estatus. Tanto sus instalaciones productivas como su equipamiento en viviendas fueron financiados hasta 1989 principalmente por la RDA.
Estas observaciones no pretenden para nada denigrar los esfuerzos que hizo la Unión Soviética y que permitieron a la RDA acelerar su desarrollo. Sólo una estrecha colaboración con la URSS puso las bases del desarrollo de la RDA durante cada fase de su existencia. No obstante, si tenemos en cuenta estos hechos históricos así como varios otros más, sería difícil sobrestimar los logros realizados por los obreros, los empleados, los técnicos y los científicos del país. En el momento de su creación, la RDA no podía apoyarse en ninguna base industrial ni en ninguna fuente de materias primas. Las fronteras establecidas entre las zonas de ocupación pusieron fin a la unidad económica de Alemania en lo poco que ésta existía todavía. Hubo en la práctica un verdadero bloqueo, primero contra la zona de ocupación soviética, luego contra la RDA. Los ciudadanos de nuestro Estado eran al menos tan asiduos al trabajo como los alemanes occidentales. Sus realizaciones creaban las condiciones necesarias para garantizar el derecho al trabajo, a la formación y al descanso… en suma, para que la sociedad fuera realmente solidaria. Gracias al ardor en el trabajo de sus obreros, sus campesinos, sus científicos, y a la participación activa de su gobierno, la RDA era el único país socialista capaz de resolver el problema alimentario para sus ciudadanos. El complejo agro-industrial se apoyaba en una investigación puntera gracias a la cual la producción de cereales y de proteínicos sobrepasó los 11 millones de toneladas a partir de 1981. Las estructuras cooperativas permitían a los campesinos ejercer su dinamismo. Su futuro estaba asegurado y su nivel de vida era satisfactorio. Todo esto fue salvajemente destruido desde 1989. Centros comerciales occidentales inundaron lo que todavía era la RDA con sus productos. Las patatas, las frutas y casi todo lo que se producía localmente no tenía salida sino a precios irrisorios. El sistema cooperativo fue víctima de la introducción de las leyes alemanas occidentales y de la Política Agrícola Común. No queda hoy más que un cuarto de los 800.000 empleos que contaba la agricultura.
Las entregas de materias primas soviéticas eran indispensables para nuestra economía. Que algunos hombres políticos y teóricos crean poder afirmar que la RDA habría podido adoptar una posición más autónoma en el marco de la comunidad socialista no cambia nada al hecho de que la RDA no podía sino seguir la vía de una estrecha asociación. Las cifras referentes a las entregas soviéticas de materias primas y productos semielaborados durante el plan 1981-85 pueden servir de ejemplo convincente. La Unión Soviética entregó, durante este periodo, 95 millones de toneladas de petróleo, 32 millones de m3 de gas, 21 millones de toneladas de carbón, 8,5 millones de toneladas de hierro, 4,8 millones de toneladas de fundición, 211.500 toneladas de cuero, 65.000 toneladas de aluminio, 7,7 millones de toneladas de fibra de madera, 257.000 toneladas de celulosa, 440.000 toneladas de algodón y gran cantidad de otros productos importantes. No se trata aquí más que de hacer más claro el hecho de que la Unión Soviética constituía la garantía de que el trabajo de edificación de la RDA podía continuar y avanzar. Aunque disguste a los que hoy quieren rescribir la historia, nadie puede negar esto, como no se pueden negar las condiciones de total boicot económico creadas por la actividad de la RFA y los aliados occidentales. Sin la ayuda soviética, ni la clase obrera más capaz, los campesinos más valientes y la intelectualidad más competente, hubieran conseguido hacer de la RDA un país industrial y agrario tan poderoso como lo era todavía en 1989.
Naturalmente algunos hoy se esfuerzan en desacreditar a posteriori los logros económicos de la RDA. Esto hace notablemente más fáciles las tentativas de rebajar a la RDA al rango de país en vías de desarrollo. En realidad no se toma en cuenta la economía de la RDA salvo en la medida que ésta no hace sombra a las salidas de las empresas situadas en el Oeste de Alemania. Está claro hoy que la química de la RDA fue seriamente amputada porque las capacidades de producción de la química alemana occidental eran excedentarias. La industria textil de la RDA fue destruida porque el textil está “adelgazando” sus efectivos en el Oeste. Sucedió igual con las industrias siderúrgicas y metalúrgicas, las empresas de electrónica, los astilleros navales y otras ramas de la industria.
La desindustrialización de la RDA es un crimen contra todas las gentes trabajadoras que construyeron una industria nueva en lo que fue la Alemania central, con un esfuerzo de varias décadas. Desde el punto de vista de la civilización, esta desindustrialización es una vergüenza, porque la vida profesional es la base de la cultura. No es porque la química huele mal que las empresas químicas de la RDA fueron destruidas. La química huele mal también en occidente. Esta destrucción se debió únicamente a motivos ligados a la competencia.
Es igualmente idiota y simplemente indigno borrar de la historia alemana las realizaciones culturales de la RDA. No pienso sólo en realizaciones fundamentales y transformadoras tales como el sistema educativo de la RDA, tras la destrucción del fascismo hitleriano, la creación sistemática de guarderías para los niños, de escuelas infantiles y otras instituciones destinadas a ello, la puesta en marcha de la moderna escuela de diez grados y de enseñanza general que nivelaba el camino de la vida que se presentaba delante de todos los niños salidos del pueblo, o en un sistema de formación profesional inicial que correspondía a las necesidades, englobaba todas las ramas profesionales y terminaba para todos en un empleo, o en la multiplicación de los institutos y la extensión del sistema de salud, en la acción de las diferentes academias. Hubo y quedan aún grandes realizaciones culturales, lo que fue reconocido en el mundo entero. Estos hechos no podrán ser contestados duraderamente, como tampoco la existencia de un gran número de monumentos y lugares de memoria que fueron construidos de nueva planta por miles de trabajadores de la RDA y del extranjero y que siguen abiertos al público de hoy. Hablar de estos lugares obliga a recordar, no sólo los que fueron reconstruidos o restaurados hace 20 o 30 años, sino igualmente los que fueron salvados y reabiertos al público poco tiempo después de la liberación. Pienso en ciertos teatros de Berlin, así como en museos, en el Teatro Nacional de Weimar, en el Zwinger de Dresde. Pienso también en la reconstrucción de la Ópera del Estado, del Teatro Alemán, del teatro de cámara Kammerspiele, de la sala de conciertos del Schauspielhaus (en Berlin) en el palacio de los pioneros del Wuhlheide cerca de Berlin, en el Palacio de la República[60], en iglesias como la Französischer Dom, en el centro de deportes y juegos de Berlin, en la Ópera de Dresde, y en el Gewandhaus de Leipzig. Muchas instituciones más modestas, gestionadas por la Academia de ciencias, se remontan a la época del socialismo, por ejemplo, las casas de Otto Nagel, Arnold Zweig, Ernst Busch, la casa de Brecht y toda una serie de otros lugares excelsos de la vida cultural y espiritual de Alemania, como por ejemplo en Weimar.
Cuando las relaciones entre los dos Estados alemanes eran buenas, varias personalidades importantes de Alemania occidental que mantienen su rango y cuyo nombre sigue siendo conocido, hicieron saber hasta qué punto estaban impresionados por la manera en que la RDA había sabido reconstruir los monumentos destruidos y dotarse de equipamientos culturales nuevos. En esa época, decían que era un ejemplo en el que la RFA haría bien en inspirarse. Hoy se habla de esto de forma muy diferente o no se evoca en absoluto. Pero después de todo, las realizaciones de la RDA hablan por sí mismas.
LA SITUACIÓN EN LA ALEMANIA DE HOY
Lo que hoy se llama muy corrientemente la anexión de la RDA por la RFA se desarrolló entre finales de 1989 y mediados de 1990. Contrariamente a todo lo que afirman los círculos dirigentes de la RFA, no es la antigua dirección alemana oriental sino la RFA quien tiene la responsabilidad de lo que pasa en el territorio de la antigua República Democrática.
Ya en 1987, con ocasión de mi visita a la RFA, intenté ahogar los ardores reunificadores del Gobierno Federal. Entre otras cosas, les hice saber que la unificación del capitalismo y el socialismo era tan poco posible como la del agua y el fuego. Esto no figuraba en el manuscrito de mi discurso con motivo de la recepción en la cancillería. Ante las provocaciones de Kohl contra la RDA, que rompían además con el tono cortés utilizado en las conversaciones a puerta cerrada, consideraba necesario decir eso. Los acontecimientos sobrevenidos desde el otoño de 1989 han demostrado que, conforme a mi visión de las cosas, dos sistemas sociales contradictorios no pueden ser unificados.
La esperanza era enorme y las emociones fueron atizadas al máximo cuando cayó el muro. Ahora, tenemos la unidad, pero nuestra nación sigue dividida en dos. Hasta ahora, las condiciones de vida y de trabajo no han sido unificadas, el abismo entre los ricos y los pobres es cada vez más profundo y visible. Pese a todo el discurso pangermanista que prometía que tras el Anschluss todo iría mejor para todo el mundo, y ya no iría mal para nadie, es lo contrario lo que se ha producido. Se trataba, en los hechos, de un engaño electoral. El gobierno federal se inmiscuyó descaradamente en los asuntos de la RDA. ¿Imaginan lo que habría pasado con la CDU si el canciller Kohl hubiera declarado abiertamente a los ciudadanos dotados del derecho de voto que la victoria electoral de la CDU tendría como consecuencia (eran las estimaciones del consejo de sabios) el paso al desempleo de cuatro a cinco millones de personas, la multiplicación del precio de los alquileres por cifras que van de 3 a 10, la liquidación de gran parte de las prestaciones sociales?
Con el tiempo, está cada vez más claro que la Treuhand no es una sociedad de gestión honesta de las empresas, sino de despilfarro del patrimonio popular que ha puesto en las “fiables”[61] manos de los trusts, a precios de saldo, el conjunto de las empresas antes nacionalizadas.
Es una marioneta en las manos de los que privatizan en interés de sus beneficios. Esos señores de la Treuhand sabían lo que hacían. No se trataba de “descartelizar” grandes combinados, esos engranajes esenciales del sistema productivo de la RDA, sino de destruir empresas pequeñas y grandes y poner a los competidores fuera de juego. Porque es un cuento para niños hacer como si el socialismo hubiera inventado la estatización de ramas industriales y la regulación estatal de la economía. Ningún capitalista serio cree en esto. Hay empresas nacionalizadas y una política económica destinada a regular la coyuntura en la RFA y en todos los países capitalistas. Ya en tiempos de Guillermo II, los ferrocarriles alemanes y las minas del Ruhr eran propiedad del Estado.
La puesta fuera de juego de las empresas públicas de la RDA fue un negocio jugoso para los capitalistas. Sus ganancias aumentaron al tiempo que multiplicaban sus quejas a propósito de los impuestos a satisfacer para financiar la unificación. El crecimiento del paro en la antigua RDA tiene como fin aumentar la explotación de los que todavía tienen trabajo. Los parados pesan sobre el nivel de los salarios. Si la ocupación de la RDA ha confirmado algo, es que bajo el régimen de la economía de mercado, que no es otra cosa que la economía del beneficio capitalista, una gran parte de los obreros y los empleados, los campesinos y los intelectuales, son apartados a un lado o aplastados. Esto es algo que no pueden negar los que intentan hoy poner todo lo que va mal en la cuenta del legado de la RDA y de su economía, supuestamente poco competitiva.
¿Qué se oculta tras la agitación contra una RDA que ya no existe pero que, claramente, no desaparece tan rápido? ¿Por qué se cubre de lodo a todo el SED, su dirección y el gobierno? ¿Por qué se inicia una verdadera caza de brujas contra todos los colaboradores del aparato del Estado y del Partido, contra la Seguridad del Estado, contra los soldados y oficiales del Ejército Nacional Popular, contra las tropas de fronteras, contra los profesores e instructores, los médicos, los científicos, los periodistas y los artistas? Ello no ha hecho más que agravar la miseria en Alemania oriental. Los parados de esas regiones se han añadido a los del Oeste del país. Estamos todavía lejos del pago de un salario igual por un trabajo igual. Todavía no se paga en el Este más de un 60 % o 70 % del salario que se aplica de momento en los antiguos Länder. Se trata de maximizar los beneficios. Así, los paquetes de acciones que poseen los auténticos dueños de Alemania darán aún más beneficios. El paro es una tragedia para todos. Nadie en la RDA sabía siquiera lo que era. En el futuro acompañará a las mujeres, los hombres y los jóvenes, al menos mientras dure el capitalismo en Alemania.
Las declaraciones de ciertas personalidades dirigentes del PDS, según las cuales la democracia burguesa sería el sistema más progresista que ha existido hasta el presente, no habla en su favor, como no lo hace su participación en la destrucción del “sistema estalinista” en la RDA, cuya política no dudaron en considerar como reaccionaria.
Ninguna negación borrará este hecho: el socialismo ha sido vencido bajo la bandera de un combate contra el estalinismo. El combate contra el comunismo se llevó en otro tiempo bajo la bandera de la lucha anti-bolchevique[62].
Todo esto no es tan nuevo. Y no hay que pintar la realidad de color de rosa: la destrucción de la RDA socialista ha llevado a la depauperación. Los problemas de las familias de más de 4 millones de parados son un motivo suficiente de preocupación.
Un Gysi debería también preocuparse, él que calumnió a la antigua dirección del SED en el congreso que transformó a éste en el PDS. Ese congreso que habría tenido según él como resultado más importante la derrota definitiva del estalinismo… Los comunistas que permanecen en pie son etiquetados de “estalinistas”. Esto se considera hoy moderno. El estalinista Dimitrov venció, en un combate por la verdad, a ese “come-bolcheviques” que era Goering. Recibió los aplausos de la opinión mundial. Eso nos dio ánimos a nosotros que, en Renania y en el Ruhr, en Essen, Dortmund, Oberhausen y en otros lugares, iniciábamos el combate de resistencia a la barbarie nazi.
Las mentiras sobre la RDA “estalinista” se desinflarán algún día de la misma manera que se desinfló el mensaje del incendio del Reichstag. Se hará la luz sobre las causas de la tragedia que, casi en el espacio de una noche, cayó sobre la RDA. Algunos“renovadores” han afirmado que la RDA habría sobrevivido si la dirección del SED hubiera seguido inmediatamente a la dirección soviética en la vía de la Perestroika. Pero desde entonces, la propia Unión Soviética ¡ay! ha desaparecido, debido a la Perestroika. La Perestroika y la Glasnost han acarreado el hundimiento de la Unión Soviética y la derrota del socialismo.
¿Era tan difícil prever que el Anschluss de la RDA en virtud del artículo 23 de la Gründgesetz[63] no se limitaría a destruir el sistema productivo del país, sino que significaría además el retorno al capitalismo? ¿Quién engaño a quién entonces? ¿Los que advertían desde hacía décadas contra ese peligro o los que buscaban obtener este triste resultado?
Sí, hay que establecer claramente el hecho de que los renovadores de 1989/90 fueron objetivamente, lo quisieran o no, los que pusieron en marcha concretamente la contrarrevolución. Los que se sientan aludidos que arreglen con los otros los remordimientos que tengan. Es una realidad que una gran parte de los ciudadanos manipulados no quiere aceptar todavía. El pueblo fue engañado por los que participaron activamente en la destrucción de las mismas bases del Estado de los obreros y campesinos. Se conocía muy precisamente en la RFA las fuerzas y debilidades de nuestro sistema productivo. Desde que existen relaciones comerciales entre la RDA y la RFA, esta última planteó numerosas veces obstáculos inesperados, cuando no interrumpió pura y simplemente estas relaciones. La RFA se esforzó también en estrangular las relaciones económicas entre la RDA y otros Estados occidentales. ¿O se nos quiere hacer olvidar la doctrina Hallstein?[64]
Se sabía que el comercio exterior de la RDA se hacía en un 70 % con la Unión Soviética y los otros Estados socialistas, y que la desaparición de esas relaciones significaría el hundimiento de la economía de la RDA. Ésta encontraba en la URSS salidas por un valor de 66.100 millones de marcos de unidades de cuenta (cifra de 1988). Además, la mitad de ese comercio se hacía en el seno de ramas productivas integradas[65].
La RDA no estaba endeudada con la Unión Soviética, la cual le debía por el contrario en 1990 retrasos de pagos por valor de 27.000 millones de marcos de unidades de cuenta. A la RFA le costará, esto es claro hoy, mantener relaciones tan extendidas con las antiguas repúblicas de la Unión Soviética. Hoy, por ejemplo, informes oficiales precisan que la importación de un vagón de ferrocarril le cuesta cinco veces más cara a Rusia que en tiempos de la RDA.[66].
Estos fenómenos ejercen sus efectos sobre casi todas las ramas industriales. Toda la palabrería de los Kohl, los Waigel y sus “golden boys” en diversos medios acerca del estado de vetustez de la economía de la RDA, no resiste los simples datos en cifras: nuestras salidas a la exportación en la RFA superaban los 15.000 millones de DM[67] por año. A esto pueden compararse las salidas exteriores en los países socialistas: de 1970 a 1988(en miles de millones de marcos)
URSS
14,4 55,4
POLONIA
3,7 14,6
HUNGRIA
2,4 12,2
CHECOSLOVAQUIA
2 9,9
La amplitud de estas relaciones, a las que se puede todavía añadir el comercio con los otros países capitalistas desarrollados sin contar aquel con los países del Tercer Mundo, testimonia la buena salud de nuestra economía. Las exportaciones no pueden en efecto desarrollarse más que si la oferta en productos de la industria y la agricultura es suficiente en cantidad y calidad.
En el dominio de la petroquímica la RDA disponía de instalaciones modernas. Éstas habían sido entregadas llave en mano por empresas alemanas occidentales, finlandesas, austriacas, francesas y japonesas.
La acería con convertidor de Eisenhüttenstadt era la más moderna de Europa. La fisión del petróleo alcanzaba el 70 % en Schwedt. Es conocido que la RDA no disponía de ninguna materia prima económicamente estratégica y que por ello éstas debían importarse. Nuestra agricultura logró, durante los diez últimos años, aprovisionar al comercio alimentario. Incluso exportábamos, durante los años 80, carne, mantequilla y patatas. ¿De qué sirve pues desacreditar las realizaciones debidas a los trabajadores de nuestro Estado? Su trabajo duro y creativo se unió al potencial intelectual desarrollado en nuestra República para mejorar las condiciones de existencia de todos.
La RDA tenía el nivel de vida más alto de todos los países socialistas. Aunque las casas que muestran a propósito los canales occidentales tengan sistemáticamente fachadas decrépitas, construimos o modernizamos 3,7 millones de viviendas y ofrecimos a un gran número de familias condiciones de habitabilidad decentes… 30.000 por año en Berlin, 26.000 en el distrito de Karl-Marx-Stadt, 22.000 en el de Dresde. La superficie habitable pasó de 1949 a 1989 de 12 a 27 metros cuadrados. Es cierto que no conseguimos, paralelamente a este esfuerzo de construcción, evitar la degradación de un número considerable de edificios antiguos.
Ciertamente no conseguimos realizar todo lo que queríamos. Ello no justifica sin embargo que se utilicen expresiones del tipo de “desastre económico” para borrar de la Historia las realizaciones de millones de personas. El imperialismo alemán había desencadenado la Segunda Guerra Mundial, al término de la cual, recordémoslo, el 40 % de todas las instalaciones industriales y el 70 % de los centros de producción energética estaban destruidos en el territorio de lo que iba a convertirse en la RDA.
Esta última soportó el peso principal de las reparaciones de guerra. Tal es el conjunto de factores que se deben tener en cuenta para evaluar razonablemente los logros económicos de nuestra República.
Debido a todas estas limitaciones, los medios consagrados a la salvaguardia del entorno nunca pudieron ser suficientes. Esto era cierto en particular en las regiones con gran concentración de empresas químicas. Se derivaron de ello serios daños.
¿Vivimos por encima de nuestras posibilidades? Nuestro comercio exterior era, es cierto, deficitario desde hacía muchos años. Muchas críticas se refieren a este punto. Los que las expresan olvidan no obstante precisar que estábamos obligados a aumentar nuestras exportaciones a veces más allá de lo que habríamos deseado. En efecto, había que hacer frente a los aumentos de precios de las materias primas. La tonelada de petróleo subió hasta los 172 rublos, contra 14 antes de la primera crisis del petróleo[68].
Se podrían citar muchos otros elementos de nuestra política económica y social y limitaciones que la condicionaban. Realizamos mucho, lo repito, pese a unos inicios incomparablemente más difíciles que los de la RFA. No alcanzamos todo lo que deseábamos obtener pero los ciudadanos de la RDA demostraron su capacidad para edificar una sociedad progresista.
Como en el pasado, la cuestión social permanece en el centro del debate público. Lo que pasa en Alemania y los años transcurridos desde la anexión los confirman ampliamente. Nada ha cambiado en la esencia de la sociedad capitalista. Ésta afirma cada día un poco más el reino el “yo” exacerbado que le sirve de principio de funcionamiento. Cada día se pierde un poco más del espíritu de la sociedad de la RDA fundado sobre el “nosotros”. La nueva libertad tan vanagloriada libera al hombre en primer lugar, de su seguridad individual. Los acontecimientos de Hoyerswerda, Rostock-Lichtenhagen, Mölln y Solingen son más que una advertencia sobre este problema. La explosión de la criminalidad hunde a todo el mundo en la angustia. La recesión amenaza las condiciones materiales de existencia de los ciudadanos de la RDA que lo ignoraban todo de ella. El paro era para ellos una palabra exótica. Se desarrolla ahora en una amplitud que era desconocida desde la gran crisis de los años 30: 6 millones de parados en los hechos, sin seguridad material ni seguridad en la calle; tal es el cuadro que ofrece hoy el capitalismo triunfante en Alemania.
Cuando las sirenas del “giro” entonaron sus cantos seductores en 1989, no era ese el futuro que estaba previsto. El que se pretende “canciller de todos los alemanes” afirmaba que “nadie vería empeorar su situación personal”. Tales palabras suenan todavía en los oídos de numerosos alemanes orientales. No se correspondían con la realidad. Para millones de personas se produjo lo contrario. ¿Por qué era posible en cambio en la RDA, dar trabajo y pan a todos, alquileres moderados, y el derecho a la formación? ¿No pondrá en aprietos quizá esta pregunta a algunos?
Había nueve millones y medio de empleos en la RDA. La desindustrialización ha destruido la mitad. Fueron víctimas de la carrera por los beneficios. Los capitalistas se han llenado los bolsillos. Consecuencia de esta barbarie, demasiados ciudadanos se encuentran en la pobreza y la necesidad. Se pueden encontrar a menudo parejas de parados. Se podría hacer una lista interminable de destinos individuales trágicos… los de las gentes que no ahorraron esfuerzos anteriormente en los astilleros navales, las construcciones mecánicas, la química, la siderurgia, la metalurgia, las minas, la electrónica, la investigación y la ingeniería, la animación cultural, la sanidad, la educación nacional y la formación profesional. Recordemos también que el derecho a vacaciones estaba garantizado. Cerca de 3 millones y medio de personas se beneficiaron así de una estancia en un centro de vacaciones en la costa del Báltico en 1988. Por supuesto, la mayoría de los otros ciudadanos de la RDA se desplazaban a otras regiones del país y a menudo al extranjero.
Los campamentos de pioneros podían acoger a todos los niños del país. Cada empresa tenía su propio centro de vacaciones… El turismo individual se beneficiaba por su parte de una red de transportes densa y barata. En cuanto a los deportistas, eran muchos los que frecuentaban el centro de actividades físicas implantado en Friedrichshain, un barrio popular de Berlin. Los universitarios y los hombres políticos de nuestro país hablaban del capitalismo en términos abstractos. La sociedad del yo exacerbado, la sociedad del dinero cada vez más omnipresente, la sociedad del marco alemán, es peor que todo el mal que de ella decían los funcionarios de la difunta República Democrática Alemana. Esto es lo que ya revela su propia experiencia cotidiana a nuestros conciudadanos. Naturalmente, nuestros especialistas no podían prever el restablecimiento del capitalismo sobre todo el territorio de Alemania ni anticipar sus consecuencias. La manera en que se han restablecido las antiguas relaciones de producción en la industria y la agricultura era simplemente inimaginable. ¿Quién nos habría creído si hubiéramos anunciado a los trabajadores de una empresa cuyas máquinas e instalaciones valían mil millones de marcos, que todo el conjunto se cedería por un valor simbólico de un marco? La economía del mercado “libre” penetra sin embargo todos los dominios de la existencia de este modo. Destruye las conquistas sociales acumuladas durante cuarenta años. Lo que existió en la RDA testimonia sobre las posibilidades concretas de una sociedad que ponga en vigor los derechos elementales del hombre, en la vida real y no sólo en bellos textos.
No sería sin embargo realista hoy en día, fijarse como objetivo el reconstituir nuestro difunto Estado. En la actual Alemania, hay que conservar tanto como se pueda de su herencia. Ésa es una tarea realista. Se plantean cuestiones vitales en esta coyuntura inaudita. Hay que ocuparse de resolverlas. Más grande y más rica, Alemania tiene muchas posibilidades. Como la mayoría de países capitalistas, actualmente la sacude la crisis. Mediante su expresión activa, mediante la lucha por defender sus derechos, ampliar sus conquistas, los trabajadores deben crear las condiciones de un futuro digno de ese nombre. Además y sobre todo, hay que impedir que el proceso iniciado en Solingen[69] termine en Auschwitz.
NOTAS
Notas de la versión española se señalan como [N. del T.].
1 La problemática de la “maestría (dominio) de la historia” (Bewältigung der Geschichte) ocupa un lugar importante en el debate político-intelectual en Alemania. Declarados o camuflados, son numerosos los revisionistas en las universidades y las salas de redacción alemanas. No dudan en este tipo de debate, en difundir ideas que banalizan el periodo nazi. Son en efecto incapaces, debido a su papel durante el nazismo, de presentar a los jóvenes una visión reconfortante de la historia nacional.
2 Se llamó “Cambio” o “Giro” (Wende) precisamente al proceso de hundimiento de la RDA durante 1989. [N. del T.]
3 Hans Modrow (n. 1928): Miembro del Comité Central del SED, Primer Secretario del SED en Dresde, partidario de la “Reforma del sistema socialista” y de la Perestroika. [N. del T.]
4 Juli (Yuri) Kwizinski: Adjunto del Ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, Embajador de la URSS en la RFA en 1990. [N. del T.]
5 Alexander Yakovlev (n. 1923): Formado en la Universidad de Columbia (EEUU). Desde 1966 hasta entrada la década de los setenta dirigió la publicación Komunist que editaba el PCUS. En 1982 pasó a encabezar el Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias de la URSS. Desde aquí se encargó de diseñar el proyecto de la Perestroika. En 1990 se retiró definitivamente de la política. [N. del T.]
6 Konstantin Chernenko (1911-1985): Primer Ministro de la URSS entre febrero de 1984 y marzo de 1985. [N. del T.]
7 Eduard Shevarnadze (n. 1928): Ministro de Asuntos Exteriores de la URSS (1985-1990). [N. del T.]
8 Es decir dos Estados alemanes y cuatro potencias ocupantes. Por este Tratado firmado en 1990, la Unión Soviética aceptaba la anexión de la RDA por la RFA.
9 Fórmulas que designan las transformaciones intervenidas en la URSS de los años treinta.
10 Estructura que agrupaba al conjunto de partidos legales de la RDA.
11 La versión francesa utiliza la expresión “restaurants du coeur” (también llamados “restos du coeur”), es decir, comedores de beneficencia para indigentes [N. del T.]
12 Günther Schabowski (n. 1929): Miembro del Buró Político del SED hasta 1989. Fue quien anunció la apertura del Muro de Berlin. [N. del T.]
13 El político reaccionario Otto von Habsburg, entre otras cosas, organizó con su partido “Movimiento Pan-Europeo” y con la colaboración de los “comunistas” húngaros el 19 de agosto de 1989 una provocación en forma de “Picnic paneuropeo” en Sopron, ciudad húngara en la frontera con Austria, hecho que aprovecharon unos 500-600 alemanes orientales haciendo jogging para forzar dicha frontera. Así se abrió la frontera húngara, hecho clave de la caída de la RDA. Fue europarlamentario del Partido Popular Europeo y “simpatizante” del Opus Dei. [N. del T.]
14 Hans-Dietrich Genscher (n. 1927): Ministro del Interior de la RFA con Willy Brandt, Ministro de Asuntos Exteriores y Vicecanciller con Schmidt, Premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional en 1990. [N. del T.]
15 Egon Krenz (n. 1937): dirigente de la FDJ, miembro del Consejo de Estado de la RDA, Secretario General del CC del SED en 1989 tras Erich Honecker. [N. del T.] 16
16 Harry Tisch (n. 1927): dirigente de la FDGB (Unión de Sindicatos Libres Alemanes), miembro del BP del CC del SED. [N. del T.]
17 Markus Wolf (n. 1923): Adjunto al Ministro para la Seguridad del Estado. [N. del T.]
18 Hace referencia a la anexión de Austria por el III Reich en 1938. [N. del T.]
19 Willy Stoph (n. 1914): Miembro del BP del CC del SED (1953-1989), diputado popular (1950-1989), miembro del Consejo de Estado de la RDA. [N. del T.]
20 Günther Kleiber (n. 1931): Miembro del CC del SED (1967-1989). [N. del T.] 17
21 Gregor Gysi (n. 1948): jurista, miembro del SED, hijo de Klaus Gysi, ministro de cultura, embajador en Italia, secretario del Kulturbund y diputado popular. [N. del T.]
22 Werner Krolikowski (n. 1928): Miembro del BP del CC del SED. [N. del T.]
23 “Führers nazillons” en la versión francesa. [N. del T.]
24 Dirige la comisión encargada de analizar los archivos de la Seguridad del Estado de la RDA.
25 Heinz Kessler (n. 1920): Ministro de Defensa de la RDA (1985-1989) [N. del T.]
26 Fritz Streletz (n. 1926): Adjunto de Heinz Kessler. [N. del T.]
27 Hans Albrecht (n. 1919): Miembro del CC del SED desde 1963, diputado popular (1971-1989) [N. del T.]
28 “Medidas de seguridad” (“del 13 de agosto de 1961”): se refiere al Muro de Defensa Antifascista de Berlin (die Mauer, der Antifaschistische Schutzwall). [N. del T.]
29 Leónidas Ilich Breznev (1906-1982): Secretario General del PCUS (1964-1982), Presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS -jefe de Estado- (1960-1964 y 1977-1982). [N. del T.]
30 Willy Brandt (1913-1992): dirigente del SPD, alcalde de Berlin Occidental (1957-1966), canciller de la RFA (1969-1974). [N. del T.]
31 Decisión adoptada por el Pacto de Varsovia el 5 de agosto de 1961: se refiere a la erección del Muro de Defensa Antifascista, iniciada el 13 de agosto de 1961 (“medidas de seguridad del 13 de agosto de 1961”). [N. del T.]
32 Günther Guillaume (1927-1995): secretario personal de Willy Brandt y agente del Ministerio para la Seguridad del Estado de la RDA (MfS, Ministerium für Staatssicherheit, Stasi). [N. del T.]
33 Los acuerdos de Helsinki se firmaron en 1975; la visita de Helmut Schmidt tuvo lugar a finales de 1981.
34 W. Jaruzelski (n. 1923): ministro de Defensa de la República Popular de Polonia desde 1968, primer ministro (1981-1990). [N. del T.]
35 Anexas a la edición alemana.
36 E. Honecker y H. Kohl ya habían asistido sin embargo al funeral de Y. Andropov en 1984.
37 Se alude a una consigna de la RDA según la cual “no volverá a salir la guerra del suelo alemán”. [N. del T.]
38 Resistentes muniqueses asesinados por los nazis.[N. de la edición francesa] La prensa imperialista occidental no dudó recientemente en arrojar la sombra de la calumnia sobre la RDA insinuando que ésta ocultaba la heroica actuación de estos hermanos. [N. del T.]
39 Hermann Axen (1916-1992): Dirigente del SED a distintos niveles, diputado popular, dirigió el diario “Neues Deutschland”, órgano del SED, en los años 1956-1966. [N. del T.]
40 Kurt Hager (n. 1912): Miembro del BP del CC del SED desde 1963. Dirigente del Kulturbund. Combatiente en España (1937-1939), periodo en el que dirigió la Emisión Internacional de Radio Madrid. [N. del T.]
41 Erich Mielke (1907-2000): Ministro para la Seguridad del Estado (1957-1989) [N. del T.]
42 El acta de las discusiones de cada sesión se publicó en la edición alemana.
43 La Revolución de octubre ocurrió efectivamente en una Rusia enfrentada a los ejércitos del Emperador de Alemania en el marco de la Primera Guerra Mundial.
44 Tratado de “Amistad” concluido en 1922 por Alemania y la Unión Soviética (a la que ningún país había reconocido aún).
45 Comisario del Pueblo de Asuntos Extranjeros de la URSS de 1918 a 1930.
46 Sucesor del anterior hasta 1939.
47 Es decir, al parecer durante el periodo 1939-1953, aunque fue Secretario General [del PC(b)US] desde 1922.
48 Tratado por el que la RDA reconoció su frontera con Polonia.
49 Dirigentes comunistas y socialdemócratas reunidos en 1946 en el Partido Socialista Unificado SED.
50 Dirigentes cristiano-demócratas y liberales que permanecieron en la RDA.
51 Tras la decisión tomada por la OTAN en 1979 de desplegar los misiles “Pershing”.
52 La reducción de entregas anuales de petróleo de la URSS a la RDA tuvo lugar en 1982. [N. del T.]
53 Cada uno de los quince distritos de la RDA se dividía en subdistritos [arrondissement en la versión francesa, N. del T.].
54 “Aceleración del desarrollo socio-económico”: consigna característica de la Perestroika basada en la tesis del estancamiento de la economía planificada. [N. del T.]
55 Aproximadamente las nueve décimas partes de los cristianos de la RDA eran protestantes luteranos.
56 Es decir el propio Erich Honecker. El Consejo de Estado dirigía el poder ejecutivo en la RDA.
57 “Nuevo pensamiento”: uno de los eslogans de la Perestroika en oposición al marxismo-leninismo “ritual” [N. del T.]
58 Se refiere a indemnizaciones de guerra, principalmente a la URSS. [N. del T.]
59 En ferrocarriles existen vías únicas y vías dobles. La vía única sólo la puede utilizar un tren cada vez en un sentido o el otro. A modo de ejemplo Ferrocarriles Vascos S. A. cuenta en 2006 con 150,215 Km. de vía única y 30,852 Km. de vía doble. [N. del T.]
60 Los revanchistas de la actual República Federal de Alemania han comenzado a demoler este emblemático lugar en 2006 con la excusa del amianto. [N. del T.]
61 Juego de palabras intraducible sobre el nombre de la Treuhand (literalmente: “mandatario fiable”), organismo encargado de privatizar la economía de la exRDA.
62 Alusión directa a la propaganda nazi, antes y después de 1933.
63 Artículo de la Constitución alemana occidental que prevé que se pueden sumar Länder suplementarios a la RFA. [Gründgesetz: Ley Fundamental. Por el contrario la Constitución de la RDA: Verfassung. N. del T.]
64 Hasta finales de los años sesenta, la RDA, pretendiendo representar a todos los alemanes, rompía toda relación con los países que reconocían diplomáticamente a la RDA.
65 Lo que implica que el proceso conducente a la obtención del producto acabado necesitaba al menos una exportación o una importación.
66 Cuya fábrica de vagones de Görlitz era una de las más importantes del mundo socialista.
67 En todo momento hay que tener en cuenta la diferencia entre el marco de la RDA y el marco de la RFA comúnmente conocido como “marco alemán” o DM (Deutsche Mark), aunque ésta no afecta a la comprensión del texto. [N. del T.]
68 Los precios del CAME o COMECON amortizaban en cinco años las evoluciones de los precios mundiales. [Significa que los precios internacionales se aplicaban retroactivamente en ese plazo y no en el momento de su vigencia. N. del T.]
69 Lugar de un crimen racista a principios de los años 90.