
Renunciamos a analizar la cambiante realidad social y cerramos filas, pero para impedir que los nuevos movimientos sociales, culturales, cívicos impregnasen el funcionamiento del Partido ( o los intentamos fagocitar o los ignoramos, o simplemente los intentamos copiar pero con los tics partidistas que esos mismos movimientos rechazaban).El devenir de los tiempos nos trajo la consolidación de una organización vertical, carente de debate y en extremo vinculada a las decisiones institucionales. Nos deparó los frutos de aquel proyecto de los jóvenes dirigentes andaluces que concebían al Partido como una perfecta máquina engrasada para ganar elecciones y, como no, para encumbrar lideres incuestionables e incontestables, al menos en público.
Ese es el partido que Pablo Iglesias, primer diputado socialista, se encontraría hoy. Un partido que niega el debate acusando de disidente a cualquiera que se atreva a nombrar la palabra crítica y debate. Un partido que da la espalda a la sociedad y, lo que jode más; a sus propias bases: l@s trabajadores y trabajadoras, las clases populares, los marginados de una economía para los que son únicamente un producto y no un sujeto.
Hemos pasado de intentar transformar la sociedad desde la democracia, el debate y la humildad, a ser el ariete del capitalismo, los defensores del mercado más depredador que ha conocido la humanidad, el estandarte del consumo como único instrumento de supervivencia económica. Hemos perdido tanto, que hasta un homenaje a Pablo Iglesias se me antoja un acto de falta de respeto, no solo a el, sino a tod@s aquell@s que intentaron cambiar la sociedad, que se sacrificaron para pedir sacrificios, que concebían la política como un acto altruista, un ejercicio humanista realizado por vocación de servicio y por convicción ideológica.
Creo que el fetichismo ( en algunos casos la reivindicación no es fetichista y es de símbolos que representaron el orgullo de ser socialista) es una practica que, en este caso, solo nos sirve para, pasando un buen rato en un aquelarre mediático, recordar cuantos y qué buenos fuimos y cuan incomprendidos somos l@s socialistas en una sociedad que no sabe reconocer las decisiones ( quien bien te quiere te hará sufrir...), en definitiva: que no nos merece pero que necesitamos para ganar elecciones. Esa sociedad a la que no sabemos oír pues tenemos los sentidos atentos a lo que desde los despachos y foros capitalistas internacionales dictan que debe ser nuestro trabajo político. Valoramos más una palmadita del FMI que una lagrima de un trabajador desesperado. Esto, perdonadme, jode mucho y quema más.
Publicado por Esquerra Socialista el campello
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