sábado, 26 de junio de 2021

Discurso de Beatriz Allende Bussi en la Plaza de la Revolución de la Ciudad de La Habana en Septiembre de 1973

Nunca Beatriz Allende había tenido que enfrentar a una multitud como la que la escuchó y aplaudió ese día en la Plaza de la Revolución. Fidel tuvo que arreglar los micrófonos, demasiado altos para ella. Sólo en muy breves instantes su voz se quebró, en un momento giró la cara y el Comandante Fidel Castro le entregó un gesto de solidario aliento y le dijo: «Vas bien. Un poco más despacio. »

La narración de Beatriz, que a pocas horas de los sucesos habló ante más de un millón de personas de su padre asesinado. 

Es un ejemplo hasta en su estilo: sobrio, distanciado, donde una militante revolucionaria habla de su padre como de otro militante, únicamente refiriéndose al «compañero presidente». Beatriz Allende dijo textualmente:

No vengo a pronunciar un discurso, vengo sencillamente a decirle a este pueblo solidario y fraterno cómo fueron las horas que vivimos en el Palacio de la Moneda en la mañana del día 11 de septiembre.

Vengo a decirles a ustedes cuál fue la actitud, cuál fue la acción y cuál fue el pensamiento del compañero presidente Salvador Allende bajo el ataque de los militares traidores y fascistas.

El pueblo cubano, desde luego, conoce la realidad, pero en muchos otros países la campaña de mentiras levantadas por la junta fascista y secundada por las agencias del imperialismo norteamericano pretende correr una cortina sobre los hechos que ocurrieron en La Moneda, trinchera de combate del presidente Allende.

Vengo a ratificarles que el presidente de Chile combatió hasta el final con el arma en la mano. Que defendió hasta el último aliento el mandato que su pueblo le había entregado, que era la causa de la revolución chilena, la causa del socialismo.

El presidente Salvador Allende cayó bajo las balas enemigas como un soldado de la revolución, sin claudicaciones de ningún tipo, con la absoluta confianza, con el optimismo de quien sabe que el pueblo de Chile se sobrepondría a cualquier revés y que lucharía sin tregua hasta conquistar la victoria definitiva.

El cayó con invariable confianza en la fuerza de su pueblo, con plena conciencia del significado histórico que habría de tener su actitud al defender con su vida la causa de los trabajadores y de los humildes de su patria.



 

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