Con el pretexto de la muerte de un ser humano, sentenciado por delitos comunes, y convertido en “preso de conciencia” por obra y gracia de los dólares estadounidenses, Cuba está siendo vilmente atacada.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo fue lamentable y evitable, pero la responsabilidad no podrá caer nunca en quienes hicieron todo lo posible por salvarlo durante casi tres meses: los médicos cubanos formados por la Revolución. Los victimarios, los que pudieron evitarla, son aquellos que lo instigaron al suicidio y se beneficiaron con su muerte. Aquellos que hoy se regocijan, sonríen cínicamente y usan su nombre para atacar al pueblo cubano.
La Revolución cubana desde los primeros momentos de la lucha insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista está marcada por un inobjetable comportamiento ético y de respeto por la vida humana, actitud probada con hechos y reconocida por políticos e intelectuales de todas las orientaciones ideológicas.
Nunca fue torturado un prisionero, nunca dejó de atenderse a un combatiente enemigo herido. Esas fueron armas que posibilitaron también la victoria. Un comportamiento distinto no hubiera diferenciado a los revolucionarios de sus enemigos y socavaría la confianza que el pueblo depositó desde el primer momento en su nueva vanguardia.
Los 51 años de Gobierno Revolucionario, legitimado por su conducta intachable en defensa del ser humano y sus causas más nobles, y respaldado por procesos electorales propios donde el pueblo se siente verdaderamente protagonista, prueban también que sería imposible para la Revolución sobrevivir un minuto si franqueara la frontera que la distingue, si traicionara su historia y si olvidara sus principios más puros de humanismo y solidaridad.
Miles de médicos, maestros, constructores y profesionales cubanos han entregado hasta sus vidas por llevar la salud, las letras y el bienestar a otros pueblos hermanos y han experimentado el placer de servir al prójimo sean cual sean las circunstancias y a pesar de las carencias propias. Esas actitudes, esa entrega sin límites, es fruto de la obra magnánima y pura de la Revolución.
Acusar a la Revolución cubana por la muerte de Orlando Zapata Tamayo es una gran mentira. Escudarse en la muerte de un ser humano empujado al suicidio para agredir a un pueblo noble y solidario es un gran cinismo y una cobardía, sobre todo de aquellos conversos que rumian su incapacidad para mantenerse firmes al lado de una Revolución inhiesta que jamás traicionará los dictados de su pueblo.
El Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Cuba rechaza las declaraciones impúdicas que emanan de Europa y Estados Unidos, cuyos representantes cerraron sus ojos ante los crímenes de lesa humanidad ocurridos en Abu Grahib, ante las torturas en la ilegal Base de Guantánamo, ante los vuelos secretos de la CIA y ante las muertes diarias de miles de nacionales e inmigrantes, niños y adultos, en sus calles y prisiones.
El Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Cuba denuncia el bochornoso complot entre el gran capital, sus representantes políticos y sus súbditos medios de comunicación que tratan de engañar a la opinión pública, tergiversan la verdad y construyen una realidad inexistente y apela a la decencia de las fuerzas políticas del mundo para contrarrestar la campaña mediática que intenta, nuevamente, mellar la solidez y la moral de Cuba en el campo de los derechos humanos.
Plegarse a la condena a Cuba y cuestionar su historial, soslayando nuestros argumentos, los verdaderos, solo contribuirá a la campaña manipuladora que persigue destruir la Revolución.
El Pueblo de Cuba seguirá construyendo una sociedad más justa y solidaria, y continuará, a pesar del bloqueo económico y mediático y de los ataques de Estados Unidos y la Unión Europea, colaborando con el bienestar de millones de seres humanos en el mundo, guiados por las ideas del Apóstol de nuestra independencia quien nos enseñó que para ser fuertes hay que comprometerse con la verdad. Cuba es sincera. Cuba es invencible.
Departamento de Relaciones Internacionales PCC
Marzo 2010
La muerte de Orlando Zapata Tamayo fue lamentable y evitable, pero la responsabilidad no podrá caer nunca en quienes hicieron todo lo posible por salvarlo durante casi tres meses: los médicos cubanos formados por la Revolución. Los victimarios, los que pudieron evitarla, son aquellos que lo instigaron al suicidio y se beneficiaron con su muerte. Aquellos que hoy se regocijan, sonríen cínicamente y usan su nombre para atacar al pueblo cubano.
La Revolución cubana desde los primeros momentos de la lucha insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista está marcada por un inobjetable comportamiento ético y de respeto por la vida humana, actitud probada con hechos y reconocida por políticos e intelectuales de todas las orientaciones ideológicas.
Nunca fue torturado un prisionero, nunca dejó de atenderse a un combatiente enemigo herido. Esas fueron armas que posibilitaron también la victoria. Un comportamiento distinto no hubiera diferenciado a los revolucionarios de sus enemigos y socavaría la confianza que el pueblo depositó desde el primer momento en su nueva vanguardia.
Los 51 años de Gobierno Revolucionario, legitimado por su conducta intachable en defensa del ser humano y sus causas más nobles, y respaldado por procesos electorales propios donde el pueblo se siente verdaderamente protagonista, prueban también que sería imposible para la Revolución sobrevivir un minuto si franqueara la frontera que la distingue, si traicionara su historia y si olvidara sus principios más puros de humanismo y solidaridad.
Miles de médicos, maestros, constructores y profesionales cubanos han entregado hasta sus vidas por llevar la salud, las letras y el bienestar a otros pueblos hermanos y han experimentado el placer de servir al prójimo sean cual sean las circunstancias y a pesar de las carencias propias. Esas actitudes, esa entrega sin límites, es fruto de la obra magnánima y pura de la Revolución.
Acusar a la Revolución cubana por la muerte de Orlando Zapata Tamayo es una gran mentira. Escudarse en la muerte de un ser humano empujado al suicidio para agredir a un pueblo noble y solidario es un gran cinismo y una cobardía, sobre todo de aquellos conversos que rumian su incapacidad para mantenerse firmes al lado de una Revolución inhiesta que jamás traicionará los dictados de su pueblo.
El Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Cuba rechaza las declaraciones impúdicas que emanan de Europa y Estados Unidos, cuyos representantes cerraron sus ojos ante los crímenes de lesa humanidad ocurridos en Abu Grahib, ante las torturas en la ilegal Base de Guantánamo, ante los vuelos secretos de la CIA y ante las muertes diarias de miles de nacionales e inmigrantes, niños y adultos, en sus calles y prisiones.
El Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Cuba denuncia el bochornoso complot entre el gran capital, sus representantes políticos y sus súbditos medios de comunicación que tratan de engañar a la opinión pública, tergiversan la verdad y construyen una realidad inexistente y apela a la decencia de las fuerzas políticas del mundo para contrarrestar la campaña mediática que intenta, nuevamente, mellar la solidez y la moral de Cuba en el campo de los derechos humanos.
Plegarse a la condena a Cuba y cuestionar su historial, soslayando nuestros argumentos, los verdaderos, solo contribuirá a la campaña manipuladora que persigue destruir la Revolución.
El Pueblo de Cuba seguirá construyendo una sociedad más justa y solidaria, y continuará, a pesar del bloqueo económico y mediático y de los ataques de Estados Unidos y la Unión Europea, colaborando con el bienestar de millones de seres humanos en el mundo, guiados por las ideas del Apóstol de nuestra independencia quien nos enseñó que para ser fuertes hay que comprometerse con la verdad. Cuba es sincera. Cuba es invencible.
Departamento de Relaciones Internacionales PCC
Marzo 2010
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