miércoles, 12 de octubre de 2022

El mito del contubernio judío-masonico-comunista internacional

 


La bibliografía relacionada con la Masonería y el Judaísmo es tan copiosa como —en muchos casos— carente de valor, y abarca toda una amplia gama de literatura que va desde libros y revistas especializados a los simples artículos de prensa, folletos, hojas y panfletos.

 

“Una mentira puede dar la vuelta al mundo antes de que la verdad tenga tiempo de ponerse los zapatos.”

Mark Twain

Hay quienes se preguntan si la Francmasonería es judía; otros identifican sin más a los masones con los judíos, o a éstos con la tolerancia moderna, o con el odio a la Iglesia. Estas características del peligro judeomasónico contra la Iglesia Católica y algunos países en concreto, como, por ejemplo, España, han sido copiosamente cultivadas, entre otros, por Vicente de la Fuente en su "Historia de las Sociedades Secretas Antiguas y Modernas", y especialmente de la Francmasonería (Madrid, 1874); Tirado y Rojas, "La Masonería en España" (Madrid, 1893), y "Las Tras-logias" (Madrid, 1895), y Nicolás Serra y Causa, "El Judaísmo y la Masonería" (Barcelona, 1907), en los que domina la idea fija de que el Judaísmo es el padre y origen de la Masonería y de cuanto de malo y revolucionario ocurre en el mundo.

Por lo que respecta a Francia, hay que citar a J. Bertrand, "La Francmasonería. Secta judía nacida del Talmud" (París, 1909) y, sobre todo, a monseñor Jouin, uno de los cerebros del antisemitismo más exacerbado, con su obra, ampliamente difundida y traducida, "El peligro Judeo-Masónico. La Judeomasonería y la Iglesia Católica" (París, 1921), donde analiza a los fieles de la contra-iglesia, es decir, a los judíos-masones, así como sus actos, con una explicación simplista y parcial de la actitud anticlerical adoptada en Francia por el Gran Oriente en los años de auténtico enfrentamiento dialéctico religioso.

Otro de los preocupados por la judeomasonería fue León de Poncins, con una serie de trabajos tan obsesionantes y de tan escaso valor como los de monseñor Jouin. Entre las obras de Poncins editadas en España hay que destacar la titulada "Las fuerzas secretas de la Revolución. Francmasonería y Judaísmo" (Madrid, 1936). Por esos años, Teodoro Rodríguez publicaba sus "Infiltraciones Judeomasónicas en la Educación Católica" (Madrid, 1932), y V. Justel Santamaría su obra "Bajo el Yugo de la Masonería Judaíca" (Sevilla, 1937). En 1940, Juan Segura Nieto editaba un librito titulado "¡Alerta! ¡Francmasonería y Judaísmo!", que enlaza precisamente —al igual que las obras de Poncins— con un tipo de literatura, publicada también en Alemania y Francia, de autores como Erich Schwarzburg y Georges Virebeau, donde se estudia la Guerra Civil en España de 1936 como fruto de la complicidad judeomasónica, por una parte, y de la judeobolchevique, por otra.

En la misma línea habría que citar a autores como Tusquets, Carlavilla, Comín Colomer y, sobre todo, el marqués de Valdelomar y César Casanova, en los que la obsesión constante del peligro judío y de sus identificación con la Masonería alcanzan límites verdaderamente patológicos.

Dentro de los tópicos desarrollados por un cierto tipo de literatura antihebráica y antimasónica identifica a la masonería con el judaísmo internacional o el peligro judeo-masónico contra la Iglesia Católica. Pero en la mayor parte de los casos la única fuente de información son los célebres "Protocolos de los Sabios de Sión" en donde la Masonería es señalada como uno de los medios utilizados por los judíos para apoderarse de las palancas del mando de la sociedad.

Los Protocolos

En 1905 un ruso, Sergei Aleksandrovick Nilus, publicaba en la imprenta de Tsarcoïe Selo, un libro. En el prefacio declara lo siguiente: «En 1901, conseguí de una persona que yo conocía … un manuscrito que puso a mi disposición, en el que, con una precisión y una verdad extraordinarias, se exponía el desarrollo de la conjuración judeo-masónica mundial, que debe conducir a nuestro corrompido mundo a su inevitable ruina. Este manuscrito, bajo el titulo general Protocolos de los Sabios de Sión, lo someto aquí a todos los que deseen entender, ver y comprender».

En otoño de 1919, un alemán, el capitán Müller von Hausen tradujo, bajo el seudónimo de Gottfried zur Beck, los Protocolos dedicado «a los príncipes de Europa» como advertencia para que se pusieran en guardia contra la conspiración judía que amenaza a los tronos y altares. Esta edición de los Protocolos fue patrocinada por la nobleza alemana y apoyada por el príncipe Otto von Salm, el príncipe Joaquín Alberto de Prusia y el propio ex-kaiser Guillermo, que denunciaban sin cesar el peligro judío y veían en los Protocolos la explicación de las múltiples desgracias de Alemania.

El éxito editorial de los Protocolos es indiscutible. Sin embargo, cuando se analiza críticamente ese plan de reorganización de la sociedad llama la atención su simplismo.

Maquiavelo y Napoleón III

Todas las fuentes de los Protocolos son conocidas nada menos que desde 1921. Los días 16, 17, 19 de agosto de ese año el Times publicó toda la historia. Su corresponsal de Constantinopla había encontrado en una caja de libros, abandonada por un oficial del antiguo ejército del Zar de la policía política, la Ojrana, un volumen escrito en francés. Al leerlo, se dio cuenta que contenía pasajes estrictamente paralelos al texto de los famosos Protocolos. Se trataba de una obra del abogado parisino Maurice Joly, titulada "Diálogo de los infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu, o la política de Maquiavelo en el siglo XIX". Estaba publicada en Bruselas por A. Mertens el año 1864 y tenía un total de 337 páginas más una advertencia de tres fechada en Ginebra el 15 de octubre de 1864. Se conservan ejemplares de esta edición, entre otras, en la Biblioteca Real de Bruselas (Cota: III. 2151).

El fin de toda la obra no es otro que dirigir una violenta sátira contra la política de Napoleón III. El nombre de Napoleón sin embargo no es pronunciado ni una sola vez. Es Maquiavelo el que habla en su lugar. Montesquieu juega el papel de hombre honesto al que escandalizan la hipocresía y el cinismo de su interlocutor. Así pues, estas declaraciones de Maquiavelo que representa la aborrecida política de Napoleón III, son las que el militar perteneciente a la policía del zar plagió componiéndolas a su manera para acabar presentándolas como los «Protocolos de los Sabios de Sión». La política de Napoleón III no pretendía la destrucción mundial; no tenía nada de bolchevique.

La conclusión es clara: Una obra que encaja en las circunstancias concretas del medio ruso con un escrito apócrifo destinado a desacreditar a los judíos y sus compañeros de viaje los masones.

Todo esto se sabe desde 1921, pero sigue ignorándose en nuestros días. Los Protocolos se siguen publicando y se sigue creyendo en esa fabulación.

(*) Extractado de: José A. Ferrer Benimeli (Universidad de Zaragoza), El contubernio judeo-masónico-comunista, Madrid, 1982, pp. 135- 190

 

 

lunes, 28 de febrero de 2022

Aquellas aguas trajeron tempestades

Lo que ocurre con Rusia y los planes de Washington y la OTAN para cercarla militarmente y atacarla después, ha provocado esta reacción defensiva de Rusia ante los agresivos planes, luego de haber agotado todas las vías diplomáticas y de entendimiento para evitar la guerra.

Es evidente la recomposición internacional de poderes. El escenario cambió para los que actuaban a sus anchas, en detrimento de todos y acostumbrados a decidir por otros, interferir en asuntos soberanos de países, lanzar guerras, sancionar y hasta dar golpes de Estado. Rusia no está dispuesta a permitir esa práctica de Occidente y sus aliados. El presidente ruso Vladímir Putin se ha mostrado con firmeza ante el plan estadounidense y de la OTAN de cercar a su país con armas y fuerzas militares. Putin ha asegurado que fue llevado a tomar esa decisión, como única opción que le dejara Occidente. Ha asumido esta responsabilidad, luego de haber enviado al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y al secretario general de la OTAN, un documento donde se llama a la contención de la campaña antirrusa, a la no ampliación de la Alianza Atlántica hasta sus fronteras y la garantía de seguridad para Europa.

Washington no respondió y, cuando lo hizo tardíamente, no contempló los aspectos fundamentales del documento. Mientras, en Ucrania, las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk continuaban siendo atacadas y bombardeadas por los militares ucranianos. Y, lo más importante, cientos de toneladas de modernas armas de la OTAN y de Estados Unidos llegaban a Kiev, y tanto Biden como el secretario general de la organización belicista aseguraban que, bajo el principio de «puertas abiertas», Ucrania puede ser acogida en su seno.

Vladímir Putin aseguró que la península de Crimea, que en referendo optó mayoritariamente por unirse a Rusia, sería el objetivo a alcanzar por la OTAN, para despojar a Moscú de ese enclave que garantiza su salida al Mar Negro.

Se trata de un territorio vital para Rusia, pues en la ciudad de Sebastopol se encuentra la principal base de la flota rusa en el Mar Negro.

Crimea, en manos de la OTAN, de unirse Ucrania a la alianza bélica, sería una presa ansiada en su afán de desestabilizar a la Federación de Rusia.

Hay cosas que no se pueden olvidar de ningún modo cuando se trata de analizar meridianamente una situación como la que se presenta hoy en Ucrania.

Pongamos solo algunos de los ejemplos más recientes: 24 de marzo de 1999. El entonces presidente de Estados Unidos, William Clinton, ordenó lanzar masivos bombardeos contra la entonces Yugoslavia. Pretexto usado: Kosovo, donde, a través de un montaje escenográfico, se filmó una supuesta acción de limpieza étnica.

Ni Estados Unidos ni la OTAN consultaron a la onu para realizar el ataque a ese país soberano. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se enteró cuando las bombas de uranio empobrecido ya caían sobre instalaciones civiles. El mundo condenó aquellos ataques, y Estados Unidos, una vez más, se burló de la comunidad internacional. Fueron 78 días y noches en las que la OTAN y la aviación de Estados Unidos realizaron miles de vuelos que lanzaron cantidades de cohetes y bombas, lo mismo en hospitales, plantas de televisión en Belgrado y Novi Sad, guarderías infantiles y viviendas, entre otras.

Yugoslavia fue destruida y luego desintegrada, y Kosovo se autoproclamó independiente, y fue Estados Unidos el primer país en reconocerlo. ¿Casualidad o parte del plan yanqui?

Quedaba el escenario listo para el objetivo de Washington: construir lo que es hoy la mayor base militar estadounidense en Europa, fuerza de avanzada en sus actuales intervenciones militares en otros países.

A Afganistán, el 7 de octubre de 2001, el Gobierno de Estados Unidos decide, junto a la OTAN, atacar e invadirlo. Justificación: capturar a Osama Bin Laden, un terrorista con factura made in usa, responsabilizado con los ataques a las Torres Gemelas de Estados Unidos.

Cientos de miles de militares con las más sofisticadas armas y la cooperación de la cia, registraron cada pulgada de tierra afgana, y Bin Laden apareció años después en Pakistán, donde fue capturado, muerto y su cadáver desaparecido en extrañas circunstancias, para que ni su espíritu desenmascarara a quienes lo fabricaron y financiaron para servir a la cia.

El pasado 2021, luego de dos décadas de horror, las tropas de ee. uu., vencidas, abandonaron el escenario bélico de la empobrecida Afganistán.

El 20 de marzo de 2003 Estados Unidos y la OTAN lanzaron una bárbara invasión, bombardeos y ataques de todo tipo contra Irak. Justificación: que Irak poseía armas de exterminio masivo. Un mes después –ya se habían producido decenas de miles de muertes civiles– el propio presidente George W. Bush informó que la información de tales armas era falsa.

Han transcurrido 19 años, y todavía hay militares estadounidenses en esa nación, aunque el Parlamento del país árabe ha aprobado más de una vez que esas fuerzas deben retirarse de inmediato.

También en estas últimas dos décadas ee. uu. y la OTAN se lanzaron contra Libia, donde asesinaron a cientos de civiles y al presidente Muammar Al-Gaddafi. Desestabilizaron al país de tal manera que, aún hoy, no se ha podido sostener un poder central, un gobierno estable, ni su economía, la más próspera de la región de África occidental al momento de la agresión estadounidense en 2011.

Siria es otro ejemplo de cómo Estados Unidos, sin consultar con nadie y violando la soberanía de ese país, mantiene fuerzas y medios militares que han causado cientos de bajas civiles y protegen a grupos terroristas.

Lo que ocurre con Rusia y los planes de Washington y la OTAN para cercarla militarmente y atacarla después, ha provocado esta reacción defensiva de Rusia ante los agresivos planes, luego de haber agotado todas las vías diplomáticas y de entendimiento para evitar la guerra.

Elson Concepción Pérez | internet@granma.cu

Ante un escenario sumamente complejo, el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución para convocar una sesión especial de la Asamblea General

Ante un escenario sumamente complejo, el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución para convocar una sesión especial de la Asamblea General

El uso, por parte del Ejército ucraniano, de munición prohibida, con fósforo, contra las unidades militares rusas, la destrucción del avión más grande del mundo, la decisión ucraniana de formar la Legión Internacional de Defensa –integrada por extranjeros voluntarios–, la activación en Rusia del régimen de alerta especial a las Fuerzas de Disuasión Estratégicas, una avalancha de sanciones y anuncios de negociación entre ambas partes en la frontera bielorrusa son de los principales titulares que este domingo arrojó el cuarto día de la operación militar especial de Rusia en Ucrania.

Ante un escenario sumamente complejo, el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución para convocar una sesión especial de la Asamblea General, de acuerdo con Russia Today.

En la reunión del Consejo, el representante permanente ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, señaló que los países occidentales han convertido a Ucrania en «un peón de su juego geopolítico, sin importarles en absoluto los intereses del pueblo». Además, manifestó que el supuesto uso indiscriminado de la fuerza por parte de Rusia y los ataques a guarderías y hospitales son mentiras y falsedades.

El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ante la prensa, dijo que los ministros de Asuntos Exteriores del bloque acordaron proporcionar armas letales a Ucrania por valor de 450 millones de euros.

Además, anunció que alrededor del 50 % de las reservas financieras del Banco Central de Rusia se encuentra en los países del G7, que pasarán a bloquearlas y paralizarán sus activos.

Tras la declaración, el Banco Central de Rusia explicó que «dispone de los recursos e instrumentos necesarios para mantener la estabilidad financiera y garantizar la continuidad operativa del sector financiero».

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, propuso a la Unión Europea (UE) prohibir la transmisión del canal Russia Today y la emisión de noticias de la agencia Sputnik.

Asimismo, EE. UU., la UE, Reino Unido y Canadá acordaron desconectar del sistema interbancario Swift a todos los bancos rusos ya sancionados por la comunidad internacional.

A las medidas se añaden las restricciones en la aviación: ya son más de una decena las naciones que han restringido su espacio aéreo a aviones rusos.

Un aliento para el mundo resultan los anuncios de negociaciones entre las partes, aunque hasta el cierre de esta información solo la delegación rusa se encontraba en Bielorrusia. Moscú aseguró que no suspenderá las operaciones militares mientras duren las conversaciones.

Milagros Pichardo | internacionales@granma.cu